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Otros responden

Cuando la meditación toma el mando


Pregunta
Un lector ha hecho la experiencia de una meditación catastróficamente desacertada, que él mismo denomina “un mal despertar del kundalini”. El resultado ha sido violentos dolores físicos y espirituales. En unas cartas desgarradoras cuenta que siente que se quema y ha perdido el contacto con todo lo que lo rodea. La causa de esto dice que ha sido que ha mezclado ciertas fantasías con una meditación estructurada con la esperanza de avanzar en su evolución. “Yo albergaba una soberbia muy profunda que ahora ha sufrido un rudo golpe. Creía que podía llegar a tener contacto con las tensiones del cuerpo haciendo diversos ensayos. He obtenido lo que buscaba: Un montón de tensiones que me atormentan todo el día. Preferiría un par de años en la cárcel que estar encerrado en la prisión del cuerpo, antes perder un brazo que ir ardiendo de esta manera. Y termina preguntando si Martinus ha escrito algo sobre este estado.

Respuesta
Sí, Martinus ha escrito mucho, tanto sobre la meditación como sobre los cortocircuitos que una meditación equivocada puede ocasionar. Creo que es un malentendido muy difundido que Martinus advierte contra a que se medite. No lo hace de ninguna manera, pero advierte enérgicamente contra las formas de meditación que tienen una base moral equivocada. Lo que precede es un ejemplo de que esta advertencia no es infundada.

En el librito n.º 20, Meditación, Martinus escribe que “esto no significa que no se tenga que meditar, al contrario, pero esta meditación tiene que carecer totalmente de peligro.” Y en otro lugar en el mismo libro: “En ciertos casos puede suceder que el destello cósmico se produzca durante la meditación, aunque esta persona todavía sea muy inmadura para experimentar una irrupción así en la conciencia. Y es entonces que tiene lugar el cortocircuito”.

Aquí Martinus muestra el punto totalmente decisivo y el núcleo de la pregunta precedente. Porque todos quizá tenemos la tendencia de sobrestimarnos, cuando se trata de nuestra evolución espiritual. Opinamos que, evidentemente,  “tenemos la madurez suficiente para una irrupción así en la conciencia…” Vamos, por consiguiente,  a ver “los cortocircuitos”, de los que trata la pregunta y que Martinus describe.

En el capítulo 5 del librito n.º 19, Destellos cósmicos, Martinus escribe sobre quienes tienen un concepto demasiado elevado de su propia posición espiritual: “El hombre que no conoce su estado inmaduro tampoco sabe lo peligroso que es poner este estado en contacto con las energías o fuerzas cósmicas superiores. Este contacto supone un “estado de alta tensión”, y si las verdaderas cualificaciones humanas no están presentes, esto puede dar lugar a las más terribles formas de “cortocircuito” e “incendio” en la conciencia.” Y Martinus añade que la evolución moral camino de la conciencia cósmica no es nada tras lo que se tenga que ir a la caza, como se va a la caza de un empleo o una condecoración. Con ello da, sin duda, en el blanco de nuestra soberbia espiritual y nuestra vanidad.

En el mismo libro Martinus llama la atención sobre las violentas consecuencias de este ensayo de evolución “artificial”: “Naturalmente, el karma que los seres crean para sí mismos por medio de un despliegue así de vida no es luminoso ni resplandeciente, es, al contrario, oscuro y lleno de sufrimientos.” Y esto es, precisamente, lo que las desesperadas cartas de la persona que pregunta demuestran.

Como de costumbre, encontramos los más profundos análisis de nuestro problema en la obra principal de Martinus, en este caso en el apartado 2000 del volumen 6 de Livets Bog (El Libro de la Vida) y en apartados sucesivos. Aquí Martinus explica minuciosamente las violentas fuerzas cósmicas que pueden irrumpir en la conciencia de un hombre con la meditación sin que éste haya adquirido la madurez para ellas a través de su modo de ser. En otras palabras: Estas fuerzas cósmicas representan la capa de conciencia más alta, las más altas clases de pensamientos y, con ello, el más alto conocimiento del universo, o sea, la conciencia del propio Dios. Sin perjuicio de lo mucho que, según nuestra opinión, hayamos avanzado en nuestra evolución moral, debemos darle la razón a Martinus sobre el hecho de que el altruismo, el amor al prójimo y el humanitarismo perfecto no los alcanzamos con la meditación, sino con una evolución con un crecimiento muy lento. Este crecimiento no podemos forzarlo con medios artificiales, del mismo modo que un niño no puede de repente convertirse en un hombre adulto. Con palabras de Martinus: “Este camino es exclusivamente el crecimiento del alma desde el principio animal: que cada cual piense en sí mismo hasta el principio del amor al prójimo: que cada cual piense en su prójimo”.

Martinus también ha tratado este tema en un artículo en el n.º 9 de 1994 de la revista Kosmos (edición danesa) con el título “Los cortocircuitos mentales del  hombre”. Recomiendo encarecidamente la lectura de este artículo, en el que Martinus examina detenidamente nuestra facultad de destruir y construir nuestra conciencia y nuestro organismo. Al final de este artículo nos da algunas indicaciones muy prácticas sobre lo que la persona que pregunta, y otras personas que meditan pueden hacer para protegerse de los cortocircuitos: “Lo necesario en la vida es procurar no pensar mal de otros, sino al contrario perdonarlos. Probar de ver lo positivo de cada situación, entre otras cosas lo que se puede aprender de ella. Esto se denomina amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, y es la mejor higiene mental que existe, el medio más seguro contra los cortocircuitos mentales.”

Sólo queda añadir que tanto en este caso como en otros, en los que no hemos sido capaces de actuar de acuerdo con las leyes de la vida y, por consiguiente, somos objeto de sufrimientos enormes, la oración a la Divinidad es una ayuda cuya importancia no podemos imaginarnos. No es una ayuda para evitar los sufrimientos, sino para sobrellevarlos, y estos sufrimientos nos enriquecen con su inmensa cantidad de dolorosas experiencias de la vida.

 (Hans Wittendorff, Kosmos n.º 1, 2006 - edición en danés)

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