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Martinus responde

Sobre la correspondencia entre seres vivos y “muertos”, el sueño, los entierros


Pregunta
¿Existe alguna relación natural, y no desencadenada a través de mediumismo, entre los seres vivos y los denominados “muertos”? 

Respuesta
Entre los vivos y “los muertos” hay una relación de gran importancia vital y gran actividad. Con la muerte la conciencia diurna, física, despierta de un ser es transferida a su conciencia nocturna, que constituye la conciencia diurna de este mismo ser en la zona espiritual o psíquica. Como la conciencia diurna de los seres físicos también es transferida a la conciencia nocturna bajo el sueño profundo normal, bajo este sueño físico se encuentran en un estado en el que tienen conciencia diurna despierta en la misma zona que los “difuntos”. Los vivos y “los muertos” pueden continuar aquí su intercambio mutuo de pensamientos y la convivencia deseada, que ya no puede tener lugar en la zona física. Ideas de importancia vital, advertencias, consejos e instrucciones se intercambian aquí en gran escala entre los seres de ambas zonas. Y aunque el recuerdo de una convivencia  espiritual así y las experiencias asociadas a ella faltan totalmente en la conciencia diurna del ser al despertarse tras el sueño, sin embargo este recuerdo habrá sido depositado en la subconciencia de este ser y desde ella, en determinadas situaciones u ocasiones especiales, se propagarán a la conciencia diurna física. De manera semejante a la intuición, fecundará el mundo de pensamientos del ser con el conocimiento, el material espiritual o psíquico que fue el contenido esencial de la convivencia espiritual.

De este modo, todos los seres vivos tienen una relación no peligrosa y protegida con el mundo espiritual. La muerte no es, como los hombres aquí, en la Tierra, se imaginan, la gran separación de “los difuntos” queridos o de aquellos que se aprecia. Esto se convertirá poco a poco en una opinión o hecho tan vivo que todo el pesimismo, que con desesperación, lágrimas y tedio de la vida convierte hoy un funeral o entierro en una ceremonia altamente sombría, se transformará de modo que el entierro será lo que tiene que ser, una fiesta de felicitaciones y de luz. La muerte natural será siempre una liberación de los límites ante la experimentación de la vida y la consiguiente cárcel anímica que supone la conexión de un espíritu inmortal a un organismo inválido, defectuoso o decrépito e inhábil para experimentar la vida. Una liberación así no tiene que lamentarse sino que tiene que felicitarse.

Publicado por primera vez en la Carta de contacto 1950/6, página 10-11

© Martinus Institut 1981
Puede reproducirse haciendo referencia a los derechos de autor y al texto originario.