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Martinus responde

Sobre el cristianismo de iglesia, el pecado original, el principio la redención del mundo, la misión de la ciencia del espíritu


Pregunta
En los análisis de Martinus se cita frecuentemente a Jesús como redentor. Desearíamos una  explicación más concreta del contenido de esta palabra. La iglesia también usa esta palabra con el significado de salvador, pero en el sentido de que Jesús nos ha salvado y expiado nuestros pecados.

Respuesta
Es cierto que en mis análisis designo a Jesucristo como redentor del mundo.
Este modo de concebirlo no tiene el mismo fundamento que tienen las autoridades religiosas o eclesiásticas, que lo conciben como redentor o liberador. Como es sabido, creen que Cristo vino al mundo únicamente para ser crucificado o castigado por los pecados que él no había cometido, sino los hombres. Las mismas autoridades creen, de este modo, que en virtud de esta crucifixión cada hombre puede ser liberado del castigo por los pecados o el mal que ha cometido con respecto a su prójimo y así entrar en el reino de los cielos. El reino de los cielos sólo se convierte, de este modo, en una zona o residencia para los seres que no asumen su responsabilidad dejando que un ser inocente sufra por el mal que ellos han cometido, y cuyo castigo tendrían que recibir ellos mismos. El reino de los cielos no puede ser de ninguna manera un bienestar, una felicidad y gloria que uno ha adquirido a través de los malos tratos dados a un ser inocente, su crucifixión y muerte. El reino de los cielos no puede ser un bien que pueda adquirirse por medio de un método tan sumamente bajo e inmoral, que es análogo a los métodos que en el sistema judicial se consideran un delito y se castigan con la muerte. Y la Divinidad no puede ser un representante tan villano y mezquino de la justicia y, simultáneamente, tan sediento de sangre que para, en resumidas cuentas, perdonar a los seres sus pecados, con los que por lo demás los ha creado, exija ver la crucifixión, sufrimiento y muerte de un ser inocente. En relación con esto es fácil ver por qué el cristianismo se despuebla y los hombres se vuelven escépticos, ateos, materialistas a medida que crece el intelectualismo. Es aquí que en el siglo XX la redención del mundo entra en vigor y quiere liberar o salvar a los hombres tanto de su imagen religiosa del mundo tan estimuladora de irreligiosidad como de la consiguiente imagen ateísta, materialista del mundo y, de este modo, llevar a la humanidad al equilibrio definitivo entre su conocimiento físico y psíquico. Este equilibrio es el único camino a la iniciación, la conciencia cósmica, la liberación o soberanía espiritual y la consiguiente fusión mental con la Divinidad o conciencia universal que convierte al ser en uno con el Padre. Y por medio de la ciencia del espíritu este equilibrio, y con él la redención del mundo, conducirán a la humanidad fuera de la zona del odio, de la guerra y de los sufrimientos y hacia la existencia absolutamente iluminada por la paz, hacia un reino de los cielos que se sostiene únicamente a base del amor total al prójimo y no del languidecer de otros seres debido a maltratos corporales, crucifixión, burlas y mofas, sufrimiento y muerte por pecados que jamás han cometido.

La humanidad se encuentra ahora, en el siglo XX, en una crisis mental que amenaza con una destrucción total de la cultura, dado que los hombres, en virtud de su sobredimensionada inteligencia física, pero casi total falta de inteligencia psíquica no pueden encontrar otros medios o caminos de salvación que sobredimensionados medios destructores de cultura, aniquiladores de vida. Es por esto que convierten la creación de armas homicidas y, con ello, una capacidad cada vez mayor de destrucción de la cultura en el más alto ideal. No comprenden que así se hunden cada vez más en el sufrimiento y la destrucción. La guerra no puede salvar al mundo. Lo que los hombres necesitan no son armas mortíferas, sino una transformación de la mentalidad. Sin esta transformación, dentro de pocos años la Tierra sería totalmente inepta para la cultura y la existencia humana. Pero gracias al principio de la redención del mundo, el mismo principio de amor que hace que los padres tengan que proteger a la descendencia hasta que llegue a la edad del discernimiento, también hace que la humanidad reciba una cierta protección hasta que llegue a la edad del discernimiento espiritual. Por medio de este principio la humanidad será conducida hacia la liberación de este infierno, que ella misma mantiene, y de su satánica filosofía homicida, del mismo modo que ha sido liberada de todas sus precedentes crisis mentales a lo largo de su historia. Estas crisis se han repetido siempre en los periodos en que los conceptos morales comunes o concepto de Dios se han quedado anticuados o fuera de uso, debido a la evolución intelectual de los seres. Poco a poco los conceptos de la cultura dirigente sólo podían percibirse como ingenuos. Los seres se volvieron más o menos en seres sin moral. Ante esto los únicos medios que tenían eran la ley de la selva: “La ley del más fuerte”. Cada vez que el fundamento religioso se tambaleaba, esta naturaleza propia de la selva tenía un nuevo renacimiento o florecimiento. Pero cuando la indigencia de los hombres era más grande, la ayuda estaba muy cerca. La redención del mundo hizo su entrada de una manera imperturbable. Y siempre nacía un ser con exactamente la inteligencia psíquica y el conocimiento necesarios para renovar el fundamento religioso de los hombres en crisis hasta tal punto que pudieran liberarse del abrazo de la selva y ser conducidos a esta nueva ampliación de cultura. El ser, que de este modo nacía, era naturalmente un ser que de espiral iba delante de los hombres terrenos en el largo viaje evolutivo por el ciclo y, debido a esto, hacia tiempo que se había vuelto muy superior a ellos en los campos en los que todavía tenían menos talento y estaban más desamparados. En la historia de la humanidad conocemos a estos seres como “redentores del mundo”. Estos seres eran originariamente reyes, sumos sacerdotes y profetas. Dándoles a los hombres tradiciones y dogmas modernos los liberaron de las tradiciones y los dogmas que estaban anticuados. Para los pueblos de occidente, Cristo fue en su tiempo el mayor redentor del mundo. Por medio de él se manifestó una norma espiritual tan grande que jamás podrá ser aventajada. Por consiguiente, en ella serán bendecidos todos los linajes de la Tierra. Y esta consumación tiene lugar a través de la redención del mundo del siglo XX. Y con ello la misión de la redención del mundo en la Tierra habrá terminado. Por medio de este último gran desencadenamiento de este principio divino puede cada hombre terreno alcanzar poco a poco él mismo la iniciación, que es la edad del discernimiento espiritual. Entonces se ha convertido en el camino, la verdad y la vida. Y donde puede lucir con su propia luz todas las otras fuentes de luz son superfluas.

Publicado por primera vez en la Carta de contacto 1950/12, página 29-31

© Martinus Institut 1981
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