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Martinus responde

Sobre el alimento vegetal y el asesinato, la conciencia de percepción vaga de las plantas


Pregunta
¿No supone el consumo de alimento vegetal la misma destrucción de vida que el consumo de alimento animal?

Respuesta
Es cierto que los productos vegetales se componen, al igual que los animales, de macrovida, pero la macrovida de la sustancia vegetal no tiene la facultad de sentir dolor físico con conciencia diurna despierta tal como la macrovida animal. La vida de la conciencia física de la planta sólo se basa en la percepción vaga de placer y malestar. Por consiguiente, en la planta el dolor sólo puede, en el peor de los casos, manifestarse o percibirse como una percepción vaga de malestar. En las situaciones, en las que la vida animal se retorcería de dolor insoportable, la vida vegetal sólo percibirá un malestar muy vago, y, aún así, esto sólo es válido cuando se trata de raíces, hojas, tallos, pepitas y huesos y frutas verdes. Con el consumo de la pulpa de fruta madura, que hay alrededor del hueso de las frutas comestibles, no tiene lugar ninguna forma de asesinato en absoluto, dado que aquí la macrovida sigue de manera normal y sin ninguna clase de impedimento su ciclo de vida siendo ingerida como alimento de un organismo. Pero la alimentación vegetal todavía se ve precisada a incluir también las raíces, hojas, tallos y pepitas y huesos, porque la fruta madura no es suficiente para la estructura del intestino que tiene el hombre terreno. Pero esta estructura cambiará con la evolución a favor de la pulpa de frutas maduras y zumos, que entonces se convertirán en la única fuente de alimento aceptable del hombre terreno.

 Entonces esta fuente de alimento, juntamente con un pensamiento ético muy refinado y una solicitud sana y llena de atenciones para con la estructura del cuerpo, creará el hombre perfecto a imagen de Dios, cuya atmósfera estará exenta de la miseria corporal de la actualidad con sus enfermedades y la socavación violenta y mortalidad de los organismos.

Publicado por primera vez en la Carta de contacto 1950/2, página 3

© Martinus Institut 1981
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