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Una imagen nueva del universo
 

Ciencia con un nuevo horizonte

Vivimos en una época, en la que la ciencia busca constantemente ampliar las fronteras del conocimiento humano, desde el mundo de los átomos y partículas elementales al de los planetas y galaxias. La física cuántica describe las leyes de nuestro microuniverso, del mismo modo que la astrofísica describe las relaciones en el macromundo. Tenemos motivos para alegrarnos de la genial facultad de pensamiento y creadora que se despliega en el ámbito de la ciencia, porque esta ciencia nos da tantos nuevos medios técnicos que ayudan a mejorar la existencia física de los hombres.

Podemos constatar que las ciencias que abren camino ofrecen un conocimiento fantástico de la variada y maravillosa realidad. Pero también dan lugar a preguntas sobre las causas de los fenómenos físicos. ¿Qué es en el fondo lo que ha dado forma a la evolución de nuestro planeta, desde  el “polvo de estrellas” de los primeros estadios hasta nuestra civilización altamente desarrollada? Una evolución tan avanzada, cuya profundidad ni los cerebros humanos más prominentes pueden interpretar, ¿puede verdaderamente haber sido creada por el juego casual de fuerzas ciegas de la naturaleza? ¿Cómo, y no sólo cómo sino también por qué, en resumidas cuentas, ha surgido la vida?

Las grandes preguntas por qué y cómo se imponen cada vez con mayor fuerza entre investigadores e individuos buscadores de la verdad..

Límites de las ciencias naturales

En su búsqueda de respuesta a estas preguntas, la ciencia, a pesar de su agudeza, encuentra en su forma actual unos límites muy acentuados. Esto se debe a que parte en muy alto grado de las realidades físicas. Según Martinus, la ciencia no puede atenerse a buscar hacia abajo, en el micromundo físico, y hacia fuera, en el espacio del universo físico, si quiere encontrar las respuestas. Necesitamos una ciencia con un horizonte nuevo, en el que la atención se dirige hacia los principios que hay tras las realidades físicas, y que son la base del mundo de la conciencia.

La psicología, la filosofía y otras ciencias humanísticas ya trabajan con la dimensión conciencia. Pero aquí la conciencia se limita por lo general a la esfera humana. Desde el punto de vista de la ciencia del espíritu, la conciencia está, en cambio, relacionada con todo lo que existe. Sólo por medio de la ciencia del espíritu se está en condiciones de describir y explicar tanto la dimensión espiritual como la material. La tarea de la ciencia del espíritu es, por consiguiente, poner en claro de manera sistemática la estructura de la conciencia y del mundo espiritual desde los micromundos hasta los macromundos.

¿Quién es la realidad?

Como la conciencia es una cualidad de los seres vivos, todo lo que en resumidas cuentas existe, tanto de carácter físico como no físico, es en realidad expresión de manifestaciones de vida, explica Martinus. Se trata de un resultado consciente o no de la facultad creadora de los seres vivos. Poco a poco comprenderemos que tras todos los fenómenos físicos hay una completa y bien organizada estructura espiritual, y que el mundo físico se forma desde el mundo de la conciencia. No a la inversa.

Esto suena, naturalmente, bastante abstracto, pero estudiando más detalladamente la ciencia del espíritu uno se da cuenta de que aquí está la llave para una comprensión lógicamente fundada de la totalidad, que muchos buscan.

Las ciencias naturales han intentado hasta la fecha responder a la pregunta “¿qué es la realidad?”. Pero ahora tenemos que acostumbrarnos a preguntar “¿quién es la realidad?”. Esta pregunta es el punto de partida para unas líneas de comprensión nuevas, con ella comenzamos a ver la realidad desde una perspectiva nueva. Nos da un horizonte nuevo para el trabajo científico. Comenzamos a centrar nuestra atención en la conciencia y las intenciones que hay tras la realidad que experimentamos y que investigamos con las ciencias.

La brisa en las cercanías del mar – las ciencias se unen en una sola

Es muy interesante observar cómo la ciencia materialista se acerca en ciertos campos al conocimiento que la ciencia del espíritu describe. La física clásica opinaba anteriormente que todos los fenómenos de la naturaleza, desde el micro al macromundo, podían describirse de manera totalmente unívoca por medio de modelos mecánicos objetivos, cuyo resultado no depende del que observa.

Tras la aparición de la teoría de la relatividad y de la teoría de los cuantos a comienzos del siglo XX, se comprendió que el análisis del mundo físico tiene que basarse en muy alto grado en probabilidades y datos relativos. Así se hizo evidente que los hechos concretos del mundo físico pueden describirse desde varias perspectivas distintas, y que es el investigador quien escoge la perspectiva desde la que se describen.

Los astrofísicos de nuestro tiempo se han visto obligados a admitir la existencia de la denominada “energía negra” para que sus modelos de la realidad puedan tener una coherencia lógica. Es interesante comparar esto con la explicación de la ciencia del espíritu, que dice que son las energías del mundo espiritual las que llenan el aparentemente espacio vacío del universo y del mundo de los átomos. Si se trata  del mismo fenómeno con respecto a la energía o no es algo que, por el momento, tenemos que dejar a la investigación futura.

Martinus dice que la ciencia natural con sus geniales métodos de trabajo puede, en realidad, designarse como la “brisa marítima en las cercanías del mar”. Cuando, con el tiempo, los métodos de la ciencia natural se combinen con la ciencia del espíritu, esto dará lugar a una ciencia de la totalidad, que no solamente puede cubrir la verdad relativa de la vida, sino también la absoluta.

En dirección a la clara luz de la intuición

La imagen de la ciencia del espíritu tiene que verificarse a partir de un modelo explicatorio teórico, lógicamente fundamentado, que ponga en claro los principios espirituales básicos válidos para la realidad, y con ello las causas fundamentales tanto de los fenómenos de la vida como de la materia.  Esto aportará a la explicación de los resultados empíricos de medición una dimensión totalmente nueva. Evidentemente, es una gran exigencia para las ciencias y aún no se puede cumplir. Tanto para los investigadores como para todos los otros es válido el hecho de que nuestra conciencia todavía no ha evolucionado hasta el nivel, en el que es posible ver los principios verdaderos de la realidad. Pero Martinus os ha dado un anticipo de cómo será la investigación del futuro.

A partir de los análisis de la realidad que hace Martinus podemos formarnos una primera comprensión teórica de la profunda coherencia de la vida. Una simple comprensión teórica inicial así puede darnos una forma totalmente transformada y más optimista de experimentar el universo y nuestra propia realidad. Para pasar de una comprensión teórica a un conocimiento más profundo tiene que desarrollarse la facultad de la conciencia humana de la intuición. Muchos científicos, muchos artistas y otros muchos individuos ya están familiarizados, hasta cierto punto, con esta facultad como algo que esporádicamente puede dar lugar a grandes avances en el conocimiento. 

Un ulterior crecimiento de la facultad de la intuición exige, según Martinus, que el investigador y buscador de la verdad concreto no sólo desarrolle su inteligencia, sino que en el mismo grado desarrolle sus cualidades humanas y morales en dirección a un estadio cada vez más elevado. En otras palabras, un equilibrio muy bien desarrollado entre la inteligencia y el sentimiento humano será la base de una conciencia intuitiva más elevada en los hombres del futuro, y los investigadores del futuro tendrán amor y respeto hacia todo lo vivo.