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"Cansancio no natural"
- por Sören Grind

 

Cansancio no natural

– estrés y depression por extenuación

 

Por Sören Grind

Muchos hombres no pueden soportar la carga que el incrementado nivel de estrés de nuestra época supone para cuerpo y alma. Para muchos, el cansancio no natural y la extenuación dan lugar a un momento crítico, en el que la importancia de la calidad de los pensamientos y la necesidad de alimento espiritual se convierten en algo central para el proceso de curación.

La evolución forzada de nuestra vida

Estrés es un estado mental, que cada vez tiene en más individuos un efecto progresivamente perjudicial para el cuerpo y el alma. Un grupo creciente de hombres sufre de cansancio no natural, síntomas de estrés y depresión por extenuación. Un factor importante del fuerte crecimiento de los problemas relacionados con estrés es el ritmo forzado con que la vida evoluciona.

Desde que la electricidad entró en nuestra vida cotidiana, la evolución técnica ha dado las premisas para una corriente de información y comunicación constantemente creciente vía televisión, radio, Internet y teléfonos móviles. Nuestra conciencia recibe hoy informaciones e impresiones que hay que clasificar y manejar, y cuya cantidad es fundamentalmente mayor que en la antigua sociedad campesina. Muchos de nosotros nos hemos habituados a comer y simultáneamente escuchar la radio, leer el periódico y hablar entre nosotros. Tenemos que percibir algo a través de todos nuestros sentidos. Si hay demasiada calma nos inquietamos. Para muchos el estrés se ha convertido en un hábito, que puede compararse con una sustancia que crea dependencia.

A lo largo del último siglo también hemos estimulado el desarrollo de la inteligencia por medio de una escolaridad más larga y obligatoria y hemos incrementado el acceso al conocimiento y a ofertas culturales. Hemos alargado las horas activas del día por medio de la luz eléctrica, mientras el tiempo para el descanso y el sueño se ha acortado. Es como si nuestro cerebro biológico no hubiera alcanzado a ponerse al día al mismo ritmo. Diariamente nos encontramos ante un sinfín de elecciones, decisiones y prioridades, que exigen un pensamiento despierto e imaginación en campos que antes eran totalmente desconocidos. Esta dilatación y expansión de la conciencia es, desde un punto de vista evolutivo, algo recién nacido y, por consiguiente, vulnerable. No es nada que nazca perfecto. El mundo de nuestros pensamientos, ahora tan forzado e inquieto, nos dará las experiencias y los desafíos que harán que poco a poco aprendamos a lograr tanto sosiego y rapidez como claridad en los pensamientos.

La técnica y el desarrollo de la inteligencia también nos han liberado de muchas tareas físicas pesadas y ha llevado a muchos a un trabajo mental, sedentario. En muy corto tiempo nuestra vida se ha convertido principalmente en actividad psíquica. El cerebro tiene dolores de crecimiento y el cuerpo, para muchos, se ha reducido a algo que simplemente transporta la cabeza.

Estrés – un mecanismo animal de sobrevivencia

Las hormonas de estrés que se liberan cuando nos sentimos amenazados tienen como finalidad disponernos para la lucha física por la sobrevivencia. Tenemos que tener robustez para vencer a nuestros enemigos o fuerzas para huir. En algunos casos sobrevivimos más fácilmente fingiendo estar muertos. En nuestra época estas reacciones son, sin embargo, raramente relevantes. Si un conductor de autobús es insolente, es bastante desacertado echarse sobre él o fingirse muerto. Las amenazas que hoy vivimos se encuentran sobre todo a nivel psicológico, y, por consiguiente, tienen que resolverse a este nivel.

Con una inteligencia creciente hemos desarrollado una facultad de especular y fantasear sobre todo tipo de amenazas imaginables. En algunos campos esta facultad de especulación se ha vuelto genial. Nos preocupamos por la economía, de que les pase algo a nuestros hijos, de que nuestra pareja o un amigo íntimo nos abandone. Experimentamos que nuestra autoestima, nuestro orgullo o prestigio están amenazados, sobre todo con una vida laboral con muchas tensiones o con periodos en el paro.

El cuerpo no puede distinguir entre un acontecimiento imaginario y uno verdadero

Si damos un paseo solos un oscuro atardecer y, de pronto, se nos ocurre que hay alguien detrás de nosotros, notamos cómo la tensión crece en el cuerpo. El corazón late más de prisa, los sentidos se agudizan y empezamos a acelerar el paso. Cuando finalmente nos atrevemos a mirar para atrás, no hay nadie. Fue sólo algo que pensamos, pero nuestro cuerpo lo tomó totalmente en serio.

Nuestro sistema hormonal de estrés reacciona ante todos los pensamientos que manifiestan un peligro. Esto ha sido nuestra salvación en el reino animal. Un antílope, que gracias a su reacción de estrés consigue evitar a un león que va de caza, comienza inmediatamente después a pacer tranquilo de nuevo. Nosotros, hombres de la época actual, continuamos al contrario especulando sobre lo que pasó y mantenemos así este estado automático de preparación para la lucha. Cada amenaza imaginaria produce un aumento de estrés, da lo mismo que sea un sentimiento de ser amenazado físicamente, que se trate del temor de una enfermedad grave, de la pérdida de una relación muy importante, de estar fuera del grupo o de no poder cumplir las tareas profesionales. Lo esencial en el manejo del estrés es, por consiguiente, que cada cual haga atención y domine sus pensamientos y sentimientos. Es muy difícil concentrarse en este proceso mientras estamos llenos de estrés. Aprender a conocerse a sí mismo exige serenidad, atención y un diálogo interior sincero. Cuando dedicamos tiempo a una ampliación de la conciencia es más fácil vencer una actitud estresante que se ha convertido en hábito. Por medio de la oración podemos encontrar serenidad, conocimiento y orientación para nuestro trabajo interior. Cuando conocemos mejor nuestras necesidades y nuestro lado débil y fuerte, es más fácil tomar decisiones que nos ayuden a encontrar nuestro lugar y equilibrio en la vida.

Falta de equilibrio entre trabajo y descanso

En la vida laboral las exigencias de efectividad, entre otras cosas como consecuencia de la competencia global, han debilitado tantas organizaciones que muchos empleados viven con una sensación constante de no cumplir al cien por cien con su trabajo. Podemos hablar directamente de anorexia organizadora. La combinación de una gran presión laboral y poco control con los procesos de trabajo junto con repetidas interrupciones, debido a la exigencia de constante disponibilidad, vía teléfonos y e-mails es la causa de que el sistema de estrés de muchos hombres esté activado toda la jornada laboral. El tiempo social, tan valioso como reductor del estés, ha sido frecuentemente racionado y eliminado. Un sondeo sueco ha mostrado que en la década de 1950 reíamos 18 minutos al día, mientras ahora, 50 años más tarde sólo reímos 6 minutos al día. Una buena carcajada manda una cascada de fuerza vital y luz a todo el organismo y fomenta las buenas relaciones. Dar cabida al tiempo social y al humor es, por lo tanto, uno de los mejores medios para la creación de un buen ambiente laboral y una buena vida.

Todos los procesos de nuestra vida se basan en una interacción entre trabajo y descanso. Esta es una de las causas de que en el otoño de la vida estemos saciados de los días vividos y añoremos el denominado descanso eterno. El recién nacido, que acaba de regresar de sus vacaciones espirituales, está al contrario lleno de curiosidad y deseos de conquistar la realidad física. El buen sueño nocturno, que para muchos hoy en día es perturbado por el estrés y la ansiedad, nos hará igualmente despertar con deseos de empezar con las tareas del nuevo día y por la noche nos hará tener deseos de dejarnos llenar por el sopor del sueño para regenerarnos. Durante el sueño partimos para un viaje espiritual y cargamos las baterías de nuestra fuerza vital mientras el sistema nervioso y el cerebro se repara del desgaste del día. El buen sueño es de gran importancia para nuestra salud física y psíquica y para tener alegría de vivir. Por esto es necesario que se atienda con cuidado.

Además del sistema hormonal productor de estrés, que principalmente consiste en una liberación de la energía del peso, en nuestro cuerpo físico también tenemos un sistema regulador de la calma y el descanso, que representa principalmente liberación de la energía del sentimiento. Este sistema toma el mando en el animal tan pronto como ha pasado el peligro. En cambio nosotros, los hombres, continuamos pensando en amenazas físicas y psíquicas, incluso cuando ya no son actuales. El sistema productor de estrés continúa trabajando y bloquea, de este modo, la producción de hormonas bienhechoras y curadoras del sistema regulador de la calma y el descanso. Un hombre o una mujer con grandes ambiciones, y que desea hacer un buen trabajo en un empleo, en el que el peso del trabajo se vuelve exorbitante, tiene tendencia a continuar especulando sobre cuestiones de trabajo no solucionadas, también después del trabajo. Esta persona también es molestada quizá por pensamientos preocupantes por la noche y, debido a ello, sólo duerme superficialmente. La reparación y regeneración, que el cerebro, nervios y resto del cuerpo necesitan y para las que reciben ayuda del sistema regulador de la calma y el descanso, e igualmente de un sueño profundo, no pueden ahora entrar en funcionamiento. Un estado así mina la fuerza vital y el humor de los hombres, y el cansancio no natural comienza en serio a imponerse.

La fuerza vital depende de la calidad de nuestros pensamientos

Todos hemos advertido seguramente que los pensamientos alegres nos llenan de fuerza vital y que pensamientos melancólicos nos ponen trises y nos dan cansancio. La calidad de nuestros pensamientos es decisiva para la fuerza vital que corre por nuestra sangre y nuestros nervios. Cuando estamos estresados y cansados, tendemos a tener pensamientos más bien negativos. Fácilmente entramos en un círculo vicioso, si no detenemos esto conscientemente. Quienes están enfermos y de baja debido a una depresión por extenuación hablan frecuentemente de un proceso, en el que durante largo tiempo han estado sobrecargados con ocupaciones tanto durante las horas de trabajo como en su tiempo libre. Al mismo tiempo han reducido, generalmente, la actividad y el ejercicio físicos. Cuando además de la gran carga comienzan a surgir conflictos o frustraciones en el trabajo o la vida privada, los síntomas de estrés comienzan a mostrarse seriamente. Pensamientos irritantes, decepciones y sentimientos de martirio se hacen más molestos y es difícil desembarazarse de nuevo de ellos.

Considerado desde una perspectiva cómica, los efectos perniciosos del estrés aumentan cuanto más crece nuestro humanitarismo. Del mismo modo que con respecto al alimento físico nos vemos obligados a renunciar a la alimentación animal, porque a nuestro delicado organismo le es difícil de digerir, por el camino de la evolución, paso a paso, tenemos que abandonar las energías de discordia y estrés a favor de un estado mental más humano, reconciliador y apacible. El incremento de energía del peso que nos atraviesa en estados de estrés lleva consigo una carga y desgaste demasiado grande para nuestro sistema nervioso. Si este proceso continúa largo tiempo, la persona termina tan vacía de fuerza que sólo piensa en una cosa: “Tengo que descansar y huir de todo”. Algunas veces la desesperación y el sentimiento de impotencia son tan grandes que el suicidio se presenta como la única salida.

El cansancio, una situación crítica que sirve de advertencia

Lo  que nos atrapa a muchos de nosotros en un nivel de estrés demasiado alto es el hecho de que nos acostumbramos a él. El estrés se vuelve automático y, por consiguiente, no consciente. La aceleración nos impide ver. Nos hemos acostumbrado tanto al estrés que lo vivimos como un estado normal. Por esto, muchos de nosotros, que estamos habituados a un estado de estrés, nos enojamos cuando alguien nos pide aminorar el ritmo y tomárnoslo con calma. Quienes nos rodean nos ven como alguien que “pisa el acelerador a fondo” y siempre a punto de saltar. Se han acostumbrado a oírnos decir: Un momento, tengo que terminar de hacer esto, y entonces…” A veces estamos también un poco orgullosos de nuestra facultad de rendimiento en el trabajo y de hacer muchas cosas a la vez. Cuando el ritmo es tan alto, sentimos inquietud cuando a nuestro alrededor todo se vuelve silencio y calma. Muchos se sorprenden cuando capitulan. “¿Cómo podía pasarme esto a mí?” En la mayor parte de casos quienes nos rodean no están en absoluto sorprendidos. Muchos piensan: “Si me tomo una semana de descanso, todo se arreglará y funcionaré de nuevo”. Cuando luego con paz y tranquilidad, y con ayuda competente, tienen tiempo de examinar la carga de estrés de los últimos años, comprenden fácilmente la causa y el efecto. 

La mayoría que ha capitulado termina en una crisis existencial. ¿Qué sentido tiene esta rueda en la que doy vueltas? No he tenido en absoluto tiempo para mis hijos, amigos o aficiones. La vida afectiva ha estado últimamente muerta e interrumpida. ¿En qué consiste la calidad de vida? ¿Cuál es el sentido de mi vida?

Uno tiene que saciarse de la danza alrededor del becerro de oro

El estrés actual y la tendencia a atascarse en pensamientos negativos es una consecuencia natural de una imagen del universo materialista. Si sólo vivimos una vez, y la muerte es un final absoluto, entonces somos nuestro cuerpo y nuestras prestaciones. Nuestro valor como hombres puede entonces medirse. Comparamos nuestras prestaciones, nuestro sueldo y estatus y competimos por un puesto al sol. El temor de no ser lo suficientemente buenos o de estar marginados acecha constantemente. El dinero se considera como el medio más importante para satisfacer los propios deseos. Si preguntamos a la gente si creen que el dinero puede darles la felicidad, la mayoría responden que no. Si observamos nuestro actual estilo de vida veremos, sin embargo, que está organizado como “la danza alrededor del becerro de oro”. Mucho de nuestra vida cotidiana está ligado a pensamientos sobre dinero: queremos ganar lo máximo posible y pagar lo más mínimo posible por la comida, el teléfono, etc. La idea de la economía puede fácilmente apoderarse de nosotros y, de este modo, excluir todos los pensamientos más elevados. La inquietud interna, la angustia y la depresión de muchos hombres se deben a un hambre existencial no satisfecha, una añoranza de sentido, de alimento espiritual. La ola de cansancio no natural y agotamiento despierta cada vez en más hombres el conocimiento del valor que tiene centrarse sobre lo humano y, en la vida cotidiana dar prioridad a lo que da sentido a la vida.

La ciencia del espíritu da una ayuda decisiva

La imagen materialista del universo son unas ideas basadas en la creencia, que nos hacen víctimas de la herencia, los padres, el medio en que hemos crecido, etc. Así se estimulan los pensamientos de víctima y de martirio, que se ha demostrado que nos drenan de fuerza vital y ánimos para vivir. La investigación sobre el estrés muestra que el sentimiento de impotencia combinado con el estrés es lo que mina en mayor grado nuestra fuerza vital y nuestra salud.

La ciencia del espíritu muestra cómo nosotros, como eternos viajeros espirituales, crecemos constantemente con las experiencias que hacemos. Cuando experimentamos que ya no soportamos vivir en el estado de preparación para la lucha que el estrés activa en nuestro cuerpo animal, adquirimos mucha más conciencia de que tenemos que modificar nuestro modo de pensar y estilo de vida. La experiencia de bienestar depende cada vez más de que aprendamos a crear pensamientos serenos y apacibles. Cuando comprendemos que nosotros mismos hemos creado el estrés que experimentamos, vamos camino de volver a ser los dueños de nuestra vida. Somos nosotros mismos los que tenemos que transformar nuestra actitud hacia todo lo que nos rodea. Cuando vemos que las situaciones forzadas bajo las que vivimos son un reflejo de nuestro interior, la situación de nuestra vida se transforma en un reto lleno de sentido. Somos nosotros los que tenemos que crear la calma necesaria para poder usas las partes más desarrolladas de nuestra conciencia. Más tarde o temprano nos hemos cansado y agotado en la rueda de la vida y en los pensamientos negativos que son su resultado. Entonces crece la motivación para lograr una mayor sensibilidad con respecto a la vida y un sentido más profundo.

El factor más importante para la creación de una vida apacible y sana es el conocimiento de que la vida no es un concurso sobre quién es más rápido. El tiempo no es un artículo que escasee, siempre hay más tiempo. La enseñanza que recibimos en el mundo físico nos ayuda a evolucionar y a convertirnos en los señores de nuestra conciencia. Aquí la oración es un instrumento que desempeña un papel decisivo. Cuando nuestro máximo objetivo es aprender a reconciliarnos con la existencia como la enseñanza más óptima para el crecimiento humano de nuestra alma en el momento presente, y cuando el amor y el respeto por todo lo vivo tiene prioridad en nuestra agenda, en vez de carrera y éxito, entonces crece la serenidad que nos permite concentrarnos en el pensamiento más luminoso de la existencia: ¿Cómo puedo crear una relación armoniosa y llena de amor con mi prójimo y, por consiguiente, con Dios?