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Índice de La alimentación ideal   

 

 
Capítulo 25
Una alimentación provisionalmente perfecta para el auténtico hombre divino
El objeto de la evolución es, tal como ya se ha citado, apartar al hombre de esa existencia primitiva en la que la mayor parte de su digestión consiste en un proceso de putrefacción, y en la que el organismo debe extraer las unidades de vida necesarias para su mantenimiento de cadáveres deteriorados o descompuestos. Se trata de que el organismo no siga siendo el basurero de todas las fuentes de enfermedad orgánica. La evolución conducirá a los hombres hacia un estado en el que sus organismos serán modificados para poder asimilar las unidades de vida alimenticias directamente de la naturaleza, lo cual es lo mismo que ingerir solamente ese tipo de «unidades de vida B» que no están enquistadas en sustancias que, en primer lugar, deben descomponerse o deteriorarse para que su liberación pueda tener lugar; esas unidades de vida que son liberadas por la naturaleza y esperan solamente ser tomadas como alimento por un organismo para que su normal evolución posterior pueda ser estimulada.
      ¿Existen unas unidades de vida de este tipo? Sí, anteriormente ya he señalado la fuente de alimentación vegetal como el camino hacia ese estado arriba mencionado. Entre los alimentos pertenecientes a esta fuente de alimentación, existen unas unidades de vida que tienen una membrana muy débil y cuya liberación no depende de ningún proceso previo de putrefacción o descomposición por medio de la digestión. Estas unidades de vida se hallan en tipos muy diversos de «pulpas de fruta». Por pulpas de fruta debe sobreentenderse «la carne» que rodea el hueso. Con respecto a las frutas comestibles, esta pulpa está formada, casi exclusivamente, por unidades de vida que pasan directamente al organismo y para las que el hecho de ser asimiladas por éste es una evolución natural. Como aquí no se necesita ningún despliegue previo de energía mortal ni ningún proceso previo de putrefacción, y como el organismo, en este caso, también es dispensado, en un grado proporcional, de ser basurero de toda suerte de restos cadavéricos inútiles, se transforma, necesariamente, en un organismo más fino y sano. La suprema alimentación aquí en la Tierra es simplemente la pulpa de la fruta aunque, evidentemente, sólo las frutas comestibles totalmente maduras. En las frutas verdes, las unidades de vida aún no están listas para ser asimiladas como alimentación por el organismo. Las frutas actuales que pueden considerarse como auténtica alimentación humana son, entre otras, las manzanas, las peras, las ciruelas, la uva, los plátanos, los melones, las fresas y frutos comestibles semejantes, así como otras muchas frutas que tienen pulpa alrededor del hueso. Como las unidades de vida de estas frutas son, casi exclusivamente, «unidades de vida B» que, como ya se ha citado, son asimiladas directamente por el organismo y, a causa de ello, no necesitan ningún proceso de muerte previo, su cocción será algo absurdo e innecesario, es más, será algo directamente perjudicial por el hecho de que de este modo se merma el estado de salud de las unidades de vida. Las frutas citadas constituyen la ensalada más perfecta y genuina que existe. Estas frutas son «los platos» más nobles de la existencia porque, contrariamente a todas las otras formas de fuente de energía, no se basan en la activación del principio mortal, sino que están elaborados por «la mayor experta en comida», la misma naturaleza, según las leyes químicas más perfectas. La propia vida, que sirve «el pan de cada día» a aquellos seres que van a cumplir el supremo mandamiento de amor que existe, servirá este pan al hombre de la Tierra cuando éste, una vez «nacido de nuevo del agua y del Espíritu», sea expresión del auténtico hombre divino.


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