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Índice de La alimentación ideal   

 

 
Capítulo 22
La relación que el individuo tiene con las miríadas de seres que constituyen su «sustancia» se caracteriza por una falta absoluta de comprensión moral
El análisis precedente muestra como cada ser vivo representa – en virtud de su manifestación, en virtud de todo lo que produce y, especialmente, en virtud del nivel determinado de su cuerpo – un conjunto determinado de un tipo de energía o vibración. Del tipo de estas vibraciones depende toda su experiencia de la vida, su sensación de placer y malestar. Este es el instrumento que le ayuda al mantenimiento de su identidad y su lugar en la existencia como «ser vivo». Este mantenimiento se basa en un cierto dominio de otros tipos de energía. Si este dominio, además de significar equilibrio y felicidad para este ser, significa también equilibrio y felicidad para el origen de esas otras energías, su propia experiencia de la vida se transformará en la culminación del contacto con las leyes de la vida. Por el contrario, si este dominio significa muerte y mutilación para el origen de las energías citadas, su experiencia de la vida será lo mismo que mutilación, sufrimiento y dolor, o lo que calificamos de un destino oscuro. Toda la creación del destino del individuo se basa en esa interacción entre su propia energía y la vibración de su entorno. El hecho de que esto esté en vigor para la parte del entorno del individuo que se manifiesta como sus semejantes y otras formas de seres vivos de un tamaño físico visible es comúnmente conocido y es estimulado por medio de las religiones y la creencia, además de ser la base de su moral. Lo que, al contrario, no es comúnmente conocido ni forma parte de la moral de los hombres de la Tierra – pero que paulatinamente va a ir entrando en vigor en la concepción de la humanidad propia de la nueva cultura mundial – es la interacción del individuo con la parte de su entorno que se considera como sustancia y una parte de la cual éste debe usar como alimento o nutrición. Por medio del análisis de las unidades de vida hemos visto que el origen de las sustancias también son seres vivos, aunque de tamaño microscópico. Esto significa, a su vez, que aquí el individuo es confrontado con una multitud de seres vivos con cuyo despliegue de energía también debe establecer una interacción. Si esta interacción, como se ha citado anteriormente, significa vida y evolución, no solamente para el propio individuo, sino también para los seres correspondientes a la sustancia, entonces su experiencia de la vida culmina en salud, con el bienestar que ésta produce, y se libera así de todo tipo de enfermedad. Pero, si esta interacción significa muerte y mutilación para los seres de la sustancia, entonces se desencadenarán fuerzas retroactivas que supondrán mala salud y enfermedad para el organismo y, simultáneamente, socavarán las funciones espirituales del individuo.


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