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Índice de La alimentación ideal   

 

 
Capítulo 18
Las condiciones «internas» y «externas» de existencia que rigen tanto para las unidades de vida o microseres de nuestro organismo como para nosotros mismos
Del mismo modo que las unidades de vida a las que llamamos hombres, animales y plantas exigen ciertas condiciones especiales – tanto «internas» como «externas» – para manifestarse o mantener la vida, así también las pequeñas unidades de vida, que se nos presentan en forma de sustancias o estimulantes, exigen unas condiciones «internas» y «externas» para su completa existencia. Por lo que respecta a los hombres, los animales y las plantas, las condiciones «externas» son: el universo, la naturaleza en la que viven, es decir, el planeta en el que se encuentran, las fuerzas de la naturaleza que los rodean, el clima, la atmósfera espiritual y las demás realidades que conjuntamente constituyen «el organismo» en el que precisamente estos seres experimentan la vida. Sus condiciones «internas» serán, en cambio, la armonía entre sus unidades de vida que, en forma de órganos, células, moléculas, etc., experimentan la vida en sus cuerpos así como la introducción de las unidades de vida o seres vivos adecuados que, bajo la forma de sustancia o materia, serán los materiales que contribuirán al mantenimiento de este organismo.
      Las condiciones «externas» de las unidades de vida de nuestros estimulantes son también «el universo», «las fuerzas de la naturaleza», la atmósfera espiritual y las demás realidades que conjuntamente constituyen los organismos en los que viven; con la única diferencia de que, mientras estas realidades citadas, por lo que respecta al hombre, están constituidas respectivamente por el universo común mente conocido, las fuerzas de la naturaleza conocidas y su nivel religioso o cultural, el universo de estos otros seres de tamaño tan pequeño está, en cambio, formado por los cuerpos de los hombres, los animales y las plantas en los que se encuentran. La circulación de la sangre, la digestión, la combustión orgánica que tienen lugar en esos cuerpos, serán «las fuerzas de la naturaleza» de estos seres de tamaño reducido, mientras que su nivel cultural estará determinado por el estadio evolutivo en el que los organismos en los que se hallan se encuentren, ya sean plantas, animales o bien hombres.
      Las condiciones «internas» de estos seres o unidades de vida de los estimulantes consisten, naturalmente, en que reciban la alimentación adecuada y «el ambiente» idóneo; pero esto nos afectará solamente en los casos en que, en forma de comida y bebida, hayamos introducido en nuestro organismo el tipo de unidades de vida que no le corresponden y que, a causa de ello y una vez en él, no pueden satisfacer las condiciones de vida vigentes para ellas y son objeto de una existencia poco natural, enferma y causante de muerte. Introduciendo en nuestro organismo tales unidades de vida surgen desequilibrios que, a veces, pueden llegar a ser tan fuertes que finalmente lo hacen inepto para ser el universo o hábitat de estas unidades de vida que, en realidad, no le corresponden y que por ello son la causa de que deba perecer de un modo no natural. Estos desequilibrios son, dicho en otras palabras, las enfermedades orgánicas graves que encontramos en la vida cotidiana. Para el hombre es de una gran importancia el introducir en su organismo, o cultivo biológico de su cuerpo, las unidades de vida correctas en forma de alimentos.


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