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Capítulo 17
La unidad de vida como principio básico del universo
Para entablar conocimiento con las unidades de vida a las que nos hemos referido debemos, en primer lugar, conocer el principio básico de «la unidad de vida». Para facilitar este conocimiento he preparado el símbolo adjunto. La figura en su conjunto simboliza la manifestación de un ser vivo como unidad de vida. La circunferencia blanca del interior, con el dibujo de un triángulo, representa el yo de este ser vivo. Pero un yo no puede existir ni experimentar la vida sin la ayuda de órganos o cuerpos. El ser vivo tiene, según «Livets Bog», seis órganos generales o cuerpos de este tipo. De todos ellos, solamente el cuerpo físico es experimentado como algo fundamental por el hombre de la Tierra, mientras que los otros cuerpos, que son de naturaleza espiritual, se mantienen, a lo largo de la vida física del individuo, en segundo término como «subconciencia» y tienen asiento en lo que en «Livets Bog» ha sido citado como «cuerpo eterno». Este conjunto formado por la combinación de diversos cuerpos se expresa en la figura por medio del círculo oscuro que se halla alrededor de la circunferencia blanca. En el interior de esta zona vemos ocho figuras en forma de círculo; cada una de ellas es idéntica a la figura total o símbolo principal. Estas figuras representan los órganos del cuerpo físico del individuo que, de acuerdo con «Livets Bog», son «seres vivos» constituyendo cada uno de ellos una unidad de vida. El hecho de que la figura principal esté rodeada por ocho círculos es algo casual y no expresa el número de órganos del ser vivo, ya que éste es mucho más elevado.  
 
© Martinus Idealfond 1981Reg. 7

Símbolo sobre el principio de las unidades de vida en el universo
La figura principal simboliza en su conjunto una «unidad de vida», es decir, el principio básico «ser vivo». Del mismo modo que esta figura de la imagen se va repitiendo cada vez con menor tamaño, así también se sucede el principio «ser vivo» una y otra vez y con menor tamaño en el organismo de todo individuo. De este modo se trata de seres dentro de seres y organismos dentro de organismos.
      La figura principal constituye un «macroindividuo» y las reproducciones menores de ésta son «los microindividuos» de éste que, a su vez, son «macroindividuos» con respecto a los seres todavía menores que existen en ellos, y así sucesivamente.  
 
 
Como estos órganos son seres vivos o unidades de vida, están, a su vez, formados por un Yo y una combinación de cuerpos que, igual que en la figura principal, se representan por medio de una figura blanca redonda con un triángulo y una franja oscura a su alrededor en la que encontramos, nuevamente, ocho figuras del mismo tipo que la figura principal, pero de menor tamaño. Esto significa que los órganos, considerados como seres vivos, también están dotados de órganos, es decir, que son «seres vivos». En consecuencia éstos también están dotados de órganos que por su parte son seres vivos; y podríamos continuar así sin jamás llegar a un punto final o lugar en que cesa la vida. En realidad, la vida está formada exclusivamente por seres vivos. Todo es vida; pero como esta inmensa multitud de seres vivos abarca un panorama evolutivo infinito, estos mismos seres representan en su relación mutua una diversidad infinita en su manifestación o conducta que es semejante a la del conjunto. Esta diversidad es la que se transforma en la base absoluta que condiciona la existencia o experiencia de la vida de estos mismos seres. Es precisamente esta diversidad la que condiciona que los seres vivos, cada uno de ellos en forma de la experiencia de su propia vida, puedan ser órganos para otros seres vivos y, de este modo, fomentadores de vida para otros. Pero, ¿cómo podrían, entonces, cumplir esta misión si todos fuesen idénticos, viviesen con las mismas dimensiones o tuviesen exactamente el mismo tamaño?, ¿Cómo podrían nuestros pulmones ser pulmones para nosotros, o nuestros riñones, células, moléculas, átomos, electrones, etc., ser aptos como material para el cultivo biológico y la manifestación de nuestro organismo si fuesen «hombres» o seres vivos de la misma categoría que nosotros? Una eventualidad de este tipo sería lo contrario a lo que es el hecho absoluto, es decir, la vida; y una auténtica muerte o «la nada» absoluta sería lo que dominaría. El universo, con su sistema de galaxias, soles, planetas, continentes, océanos, esferas y zonas de existencia u otras manifestaciones del Padre eterno, jamás habría podido ser captado por el cerebro de un ser vivo, por el hecho de que un órgano de este tipo no existiría; del mismo modo que tampoco existirían las otras realidades. Pero sucedería exactamente lo mismo si precisamente nuestros órganos, células, moléculas, etc., o todo lo que se agrupa con el concepto «sustancia» o «materia», no fuesen «seres vivos». Si la sustancia no fuese una combinación de unidades de vida, jamás podría manifestarse como vibración o movimiento. Una cosa sin vida no puede causar ningún movimiento. Quizá se objetará al respecto que en la vida cotidiana somos testigos de que muchas «cosas muertas» se mueven. Así vemos, por ejemplo, nubes que se mueven en el cielo y el agua que, con su murmullo, se desliza por ríos y riachuelos; experimentamos el ensordecedor oleaje de los océanos y hemos adquirido conocimiento del camino que los planetas o las estrellas hacen cruzándose mutuamente. Y estas realidades, ¿acaso son cosas muertas?
      ¡No! Estas realidades son solamente consideradas como «muertas» por la fantasía de las personas primitivas o espiritualmente poco instruidas, que las califica de «fuerzas de la naturaleza». Pero el asunto es que todos estos movimientos, es decir, el conjunto del macrocosmos – así como el del microcosmos – es manifestación de seres vivos o unidades de vida. Del mismo modo que nuestros órganos, células y demás materiales del cuerpo son unidades de vida en nuestro interior, nosotros somos también órganos en el organismo de un ser mayor. Este organismo más grande que nosotros mismos es la Tierra. La Tierra es también una unidad de vida con un yo y un cultivo biológico. La parte física del globo terrestre es el cuerpo físico de este principio de vida. La Tierra, por su parte, es un órgano del Sistema Solar que también es una unidad de vida cuyo cuerpo físico está formado por el propio cuerpo físico del Sol con sus planetas correspondientes. El Sistema Solar es, a su vez, órgano en el sistema de la Vía Láctea que, igualmente, también se muestra como una unidad de vida con un yo y un cultivo biológico. Este ser, o unidad de vida gigantesca, es, de nuevo, órgano en un sistema o ser todavía mayor, y así hasta el infinito. Ningún ser vivo puede existir sin ser órgano en un ser mayor, del mismo modo que no puede existir sin estar formado, él mismo, por un océano de seres menores o unidades de vida. A causa de esto, el símbolo puede usarse como expresión del principio de vida de cualquier ser vivo. Si nos imaginamos que los círculos más pequeños de la figura, es decir, aquellos que casi no son visibles a simple vista, representan las unidades de vida que aparecen como hombres; los círculos grandes, en los que éstos aparecen, simbolizarán seres del mismo tipo que el globo terrestre. Los círculos grandes, en los que aparecen los círculos de los seres últimamente citados, simbolizarán seres semejantes al Sol o al Sistema Solar, mientras que los círculos un poco más grandes deberán ser considerados como símbolo de seres del tipo de la Vía Láctea. Estos círculos están representados por los ocho círculos más grandes de la figura. El símbolo en su conjunto representa, en este caso, un ser tan grande, o una unidad de vida tan gigantesca, que nuestra Vía Láctea sólo es un órgano de este ser.
      Si tomamos el símbolo, en su totalidad, como imagen de una persona, las ocho figuras redondas más grandes en el círculo al que ya nos hemos referido representarán sus órganos, mientras las figuras un poco menores simbolizarán sus seres celulares. Los círculos paulatinamente menores representarán lo que llamamos «sustancia» o «materia»; y entonces llegamos a las regiones de unidades de vida que se encuentran en los productos que nos sirven de comida y bebida.


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