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Índice de La alimentación ideal   

 

 
Capítulo 11
Por qué la alimentación vegetariana es menos homicida que la alimentación de tipo animal
Dado que los productos cárnicos o sanguíneos – tal como el lector ya sabe por capítulos anteriores – no constituyen la alimentación natural para el hombre; esa alimentación que debe designarse como la auténtica sólo puede ser hallada entre los alimentos que calificamos de «vegetarianos». Esto significa que la alimentación humana natural solamente puede proceder del reino vegetal.
      Es posible hacer muchas objeciones al respecto y poner de relieve el hecho de que las plantas también son seres vivos, y que su destrucción o empleo como alimentos entra, igual que el empleo de la carne, en conflicto con el gran mandamiento que dice: «No matarás». Debo aceptar que, hasta un cierto punto, esto es cierto, pero, como a continuación voy a indicar, los seres que pertenecen al reino vegetal no se hallan tan avanzados en su evolución en la zona física como los animales. Esto hace que no tengan un sistema nervioso tan ramificado y sensible como éstos últimos y que, en consecuencia, no experimenten el dolor en el mismo sentido que ellos. Como el aspecto físico de la conciencia de los seres vegetales todavía constituye sólo su «subconciencia», no tienen ningún tipo de conciencia diurna* en la zona física y perciben la dicha y el infortunio no como hechos reales sino, contrariamente y a lo sumo, como una percepción vaga de placer o malestar. Como se desprende de esto, la planta no se halla, como el animal, en un estadio de evolución en el que, en el plano físico, tiene una conciencia diurna con una actividad al máximo de sus posibilidades y que hace que los análisis de su destino desfilen ante su yo interior como pensamientos fomentadores de terror o miedo, de dicha o voluptuosidad; sino que, como se ha citado anteriormente, solamente puede percibir su presencia física en forma de percepción vaga de placer o de malestar. La planta tiene, ciertamente, una conciencia diurna pero, en relación con el animal, esta conciencia se presenta con una naturaleza microscópica y tiene solamente correspondencia, según «Livets Bog», con la sexta zona de existencia, es decir, con «el reino de la bienaventuranza». Y es la atmósfera divina de este reino la que, transformada a la forma física, da a las plantas su inmensa riqueza de colores y su agradable olor así como su capacidad de susurrar a merced del viento. Las plantas son, según el supremo análisis oculto, seres espirituales cuyo descenso a la oscuridad, el nivel material o la zona del «principio mortífero», aún no se halla tan avanzado que su resplandeciente aureola de santidad haya sido cubierta o envuelta por la burda materia física, sino que todavía arrojan su divino brillo vivificador por todos los continentes de la Tierra, tanto por encima como por debajo de las aguas, y con ello transforman estos desiertos inmensos en jardines para todos los seres vivos.
      Como la evolución física de la planta no se halla tan avanzada como la de los animales, y no experimenta el mismo sufrimiento que éstos cuando es objeto de mutilación u homicidio por el hecho de que no puede sentir angustia ni miedo, ni puede experimentar el dolor de un modo real, sino solamente como un percepción vaga de malestar; es evidente que matando animales se produce un sufrimiento mayor que matando plantas. Es por ello que de dos males hay que escoger el menor y, en el caso presente, el mal menor será destruir plantas. Optando por el alimento vegetariano se infringirá el quinto mandamiento en menor grado. Esta elección llevará consigo además la gran ventaja de que la alimentación vegetariana es posible, en cierta medida, sin que tenga lugar mutilación u homicidio. El reino vegetal incluye, en último término, sustancias destinadas precisamente a ser absorbidas como nutrición por los organismos. Esto significa que estas sustancias se hallan en la naturaleza en un estado tal que su absorción, como nutrición, por dichos organismos significa vida y desarrollo en vez de muerte y destrucción. La aparición de estas sustancias será la que sustituirá «el principio mortal» en la Tierra y hará posible el hecho de que el viejo proverbio: «la muerte del uno el pan del otro» deje de estar en vigor en nuestro globo terrestre.
 
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* Notas aclaratorias de la traductora: El individuo percibe y conoce por medio de su cuerpo físico y su psique, a esta función Martinus la llama conciencia diurna. Pero, en su estadio evolutivo todavía imperfecto, el ser vivo hace también experiencias en un estado del que no tiene conciencia y al que Martinus llama conciencia nocturna. La conciencia nocturna es ese estado en el que el ser se encuentra cuando su cuerpo físico ha sido puesto fuera de función, cuando descansa; entonces sus experiencias tienen lugar en el nivel espiritual, que existe más allá del nivel físico y de las experiencias hechas en él. Pero como la memoria del ser, que vive en el nivel físico, no se halla preparada para transferir recuerdos de la conciencia nocturna a la diurna, los seres que se hallan en este nivel no tienen ningún recuerdo de sus experiencias hechas con su conciencia nocturna.


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