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Una imagen nueva del universo
 

La naturaleza eterna de la vida

¿Termina la vida verdaderamente con la muerte física? ¿Qué sentido tiene nuestra vida aquí en la Tierra? ¿Hay una idea profunda tras ella?

Los hombres de todos los tiempos han formulado estas preguntas existenciales. Pero ahora, en virtud de la ciencia del espíritu, podemos comenzar a encontrar respuestas satisfactorias y con una base lógica. La simple pregunta da a entender que, en el fondo, sabemos más sobre nosotros mismos de lo que nos imaginamos. Y, precisamente, es así, dice Martinus: Sabemos mucho más sobre la vida de lo que creemos y tenemos, en realidad, una idea innata de que la vida tiene una dimensión eterna.

¿Pero, cómo puede combinarse la idea de una vida eterna con lo que directamente experimentamos por dondequiera en la naturaleza, donde todo está sometido a un principio, una transformación y un fin? En su imagen del universo, Martinus describe esta relación de una manera tan lógica y simple que podemos abordarla con nuestro intelecto. La experimentación de la vida sólo puede mantenerse por medio de cambio y renovación, si no degeneraría.

Con esto, estamos sobre la pista de un modelo de la existencia, con el que, en realidad, todos estamos familiarizados. El caso es que sabemos que toda experiencia consiste en distinguir entre contrastes y percibir y experimentar diferencias en ciclos conocidos. Esto lo conocemos por lo que respecta al día y la noche, al invierno y al verano, a la juventud y la vejez, a lo agradable y desagradable, al hambre y la saciedad, etc. Por medio de estos contrastes entre los estados “luminosos” y “oscuros” se renueva constantemente nuestra experimentación de la vida.

La pieza que falta: La reencarnación

Por medio de la ciencia del espíritu encontramos la explicación a este modelo, de modo que comprendemos que cuando el cuerpo físico envejece y muere no se trata de una muerte absoluta. Comprendemos que a cambio pasamos a una zona de existencia espiritual, y aquí seguimos viviendo muy bien hasta que de nuevo tenemos la madurez necesaria para nacer en un cuerpo físico nuevo.

La ciencia del espíritu nos da, así pues, una “pieza lógica” muy importante para nuestra comprensión de la vida. Las facultades y talentos innatos son algo que traemos con nosotros de vidas anteriores. Esto explica que los niños puedan nacer con cualidades distintas a las de los padres, desde los denominados “niños prodigio” hasta niños con deficiencias físicas y psíquicas. Y las experiencias, que hacemos en esta vida, formarán del mismo modo parte del equipaje que traeremos con nosotros cuando nazcamos de nuevo en vidas futuras.

De animal a hombre verdadero

Pero la experiencia de los contrastes luz y oscuridad no se detiene aquí. La encontramos también en el gran ciclo de la vida, en lo que Martinus denomina “ciclo cósmico de la vida”. En el momento presente nosotros, los hombres, todavía vivimos en “el reino animal”, pero sabemos muy bien que nos hemos alejado de los estadios primitivos cercanos al mono, en los que nos encontramos una vez. Y vemos que nuestras cualidades humanas crecen en nosotros.

Como Martinus indica, no hay ningún motivo para creer que la evolución se detendrá en el estadio en que nos encontramos ahora. Por medio de las fuertes influencias de la existencia y nuestras experiencias de sufrimientos vamos siendo cada vez menos animal y más hombre. Desarrollamos nuestras facultades humanas y nuestra compasión hacia los otros seres vivos. Y este es precisamente el sentido que tiene nuestra vida aquí en la Tierra.

Si nos tomamos unos “anteojos” de graduación muy fina, ya podemos contemplar ahora un trayecto inmensamente largo de la evolución. Se abre camino a través del reino mineral, el reino vegetal, los estadios propiamente animales, los estadios del hombre terreno con conciencia animal, hasta llegar al “reino auténticamente humano”, cuyos habitantes tendrán una facultad de amor que todo lo abarca y una facultad de pensamiento perfectamente lógica e intelectual. Estudiando la Imagen del Universo de Martinus no podemos simplemente encontrar el pasado, sino también nuestro propio futuro.

El sentido de la vida

Cuando a Martinus se le preguntaba sobre el sentido de la vida, su respuesta era, por lo general, simplemente que el sentido de la vida es la experimentación de la vida. Y la siguiente pregunta es: ¿Y quién es el que experimenta? Si la experimentación de la vida consiste en una corriente constante de experiencias cambiantes, tiene que existir algo eterno e inalterable, que está en condiciones de registrar estas experiencias y reaccionar frente a ellas. Y existe, explica Martinus. Es nuestro “Yo” inmortal. El estudio de los profundos análisis de Martinus sobre estas preguntas tan existenciales son una inspiración para todos los que buscan comprender el misterio de la existencia y la eternidad.