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Otros responden

¿Cómo puede tener lugar la inseminación artificial?

  
Pregunta
Un lector de Kosmos en España nos ha mandado la siguiente pregunta: ¿Cómo puede la inseminación artificial, en resumidas cuentas, tener lugar, cuando Martinus dice que lo que hace que el ser desencarnado anime el óvulo y el espermatozoide fusionados, es decir el gameto, es la energía de éxtasis durante el acto de apareamiento? Y en relación con esto: ¿Cómo puede, por ejemplo, un animal desencarnado desear, después de todo, encarnarse para una cruel existencia como animal de matadero?

Respuesta
Es cierto que, como el lector escribe,”no puede haber mucha energía de éxtasis en el catéter del técnico de laboratorio o en el brazo del veterinario”. Pero con menos puede hacerse. En el número 7-1985 de Kosmos (edición en danés) el propio Martinus responde a la pregunta: “Todo proceso normal de vida se presenta con tal riqueza que su misión puede, hasta cierto grado, tener éxito, aunque no estén presentes todas las condiciones externas. La condición principal para una fecundación es, claro está, la introducción del semen masculino en los órganos sexuales femeninos. Al vaciarse el organismo masculino de este semen, aunque esto tenga lugar con una pareja femenina de forma artificial sin coito, puede desencadenarse tanta energía de bienaventuranza que puede atraer el aura de un ser desencarnado y crear una conexión o un contacto con ella, que puede durar un cierto periodo limitado o mientras el semen puede mantenerse vivo de manera artificial… Los talentos del espíritu desencarnado para la creación de organismo pueden, de este modo, por medio de esta conexión surgida y junto con la fuerza orgánica creadora del útero desplegarse, y la creación del embrión comienza. Sin embargo, hay que advertir que esto es una excepción de lo normal, con lo cual surge un cierto inconveniente en esta creación de embrión, a saber, que las generaciones de esta descendencia se extinguirán, dado que poco a poco pierden la facultad de reproducción y, de este modo, se vuelven estériles.”

La conclusión es, por lo tanto, que en todos los lugares, donde en resumidas cuentas hay la posibilidad de que tenga lugar una encarnación física, se encarnará un ser. Pero entonces viene la otra pregunta: El ser desencarnado, ¿está verdaderamente en el reino de la bienaventuranza y decide él mismo a qué destino quiere encarnarse? No, por supuesto que no. En ese caso toda la evolución progresiva se detendría. Al contrario, se trata de “la igualdad de los seres por lo que respecta a los núcleos de talentos”, es decir, de una atracción electromagnética. Pero donde nosotros vemos sufrimientos para el ser en cuestión, Martinus ve “el bien desagradable”, que llevará al ser a un estadio evolutivo superior. Y donde nosotros vemos a un pobre cerdo de matadero, Martinus ve mucho más. En el apartado 449 y sucesivos del volumen 2 de Livets Bog (El Libro de la Vida) dice Martinus sobre la evolución de los animales: “El animal común no tiene ningún conocimiento de su propio ser. Sólo experimenta el mundo exterior… Naturalmente, puede sentir dolor, hambre y sed, pero ni siquiera estos fenómenos pueden llevarlo a pensar sobre su propia identidad como respectivamente constituyendo “yo” y “esto”… el descubrimiento de sí mismo, su propia identidad y ser eran fenómenos del pensamiento que entrarían en su conciencia mucho más tarde. Tanto el tigre que caza su presa como la presa que es cazada por el tigre no tienen la más mínima idea de sí mismos.” Y ahora vemos el objetivo de los violentos -sufrimientos de los animales: Una evolución hacia una conciencia muy superior, una continuación del largo viaje desde el reino vegetal a su estadio transitorio actual.

Martinus ha abierto una vez más nuestros ojos: Tenemos que ver las cosas desde una perspectiva mucho mayor para comprender su sentido profundo.

        (Hans Wittendorff, Kosmos n.º 4, 1998- edición en danés)

© Martinus Institut
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