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96. CAPÍTULO

La momia como el verdadero mausoleo y su sustancia como algo que puede ser protegida o destruida sin violar la ley del amor

El organismo físico de cualquier ser vivo pasará durante su proceso de disolución natural a través de un «estadio lunar», que por supuesto también tiene su propósito útil a cumplir para las unidades de vida en la materia en cuestión. En este estadio, el cadáver es, de hecho, solo una «momia», pero todavía está rodeado por una brillante gloria o aura. Pero esta es de una naturaleza tan alta o metafísica que sólo puede observarse en virtud de la clarividencia más alta. Sin embargo, tal gloria luminosa, no está presente en las cenizas o los restos mortales en la disolución de un cuerpo orgánico por fuego. Aquí sí que hay una gloria, pero sólo vibra en colores oscuros que tienden al negro. Esta oscura gloria también es de tal naturaleza que sólo se hace visible por la más alta capacidad de visión del Espíritu Santo.
      De la misma manera que una luna siempre será un mausoleo vivo de un mundo pasado más o menos desarrollado, también la momia es, en realidad, el único mausoleo absolutamente genuino y por lo tanto luminoso de la existencia terrena anterior de un ser vivo, de su descenso a la materia física y su regreso a un plano de existencia metafísica. Como la sustancia de este mausoleo no es vida viva consciente, se puede, dependiendo de lo que se considera apropiado, proteger o destruir el mausoleo mencionado. En caso de destrucción, la sustancia pasará de manera natural al ciclo.


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