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64. CAPÍTULO

Toda la materia está viva

En consecuencia, cada ser vivo constituye un «macroindividuo» y miríadas de «microindividuos». El «macroindividuo» es el yo inmortal del ser vivo en conexión con el conjunto de su organismo, lo cual quiere decir una combinación de cuerpos u órganos físicos y espirituales. Los «microindividuos» son el último análisis de la sustancia de este organismo, que a su vez significa las «unidades de vida» o los seres vivos microscópicos, de los cuales cada uno de los mismos cuerpos del organismo consisten, no importa si éste se haya convertido en cadáver o si sigue unido al macro-yo. Que no existe ninguna sustancia que no consiste en «unidades de vida» se convierte en un hecho porque en la existencia ocurre constantemente una transformación. Esta transformación se conoce en última instancia como el «paso del tiempo». Dado que es un hecho que ninguna sustancia en absoluto puede resistir al «paso del tiempo» y así encontrarse fuera de la transformación, también se hace un hecho que esta sustancia está «viva», porque si no estuviera «viva», no podría moverse. Y sin movimiento, la transformación es absolutamente imposible.
      Ya hace tiempo que se ha convertido en un hecho dentro de la realización real de la lógica que una cosa verdaderamente «muerta» es idéntica a «quietud» absoluta. Pero ¿cómo podría la experiencia de la vida, que ahora es un hecho para el individuo, crearse si en su organismo existiera una quietud absoluta, si no existiera ningún proceso de transformación? En tal caso, no habría niñez, juventud y vejez, incluso, no habría nada llamado nacimiento, nada llamado nutrición, comida y bebida. ¿Qué haría un organismo absolutamente «quieto» o sin transformación con eso? – Una cosa «muerta» no puede «digerir» y no necesita comida.


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