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63. CAPÍTULO

Cómo la forma de vida del macroser determina la calidad de los microindividuos de su organismo y su destino consiguiente

Por lo tanto, entre el macroindividuo y los microindividuos hay una relación de interdependencia mutua. «La vida y actividades cotidianas» de los microindividuos se convierten en el «bienestar general» del macroindividuo, mientras que la vida y actividades cotidianas del macroindividuo desencadenan el mantenimiento y la creación de la calidad del entorno para la forma de experiencia de la vida de los microindividuos, ya que el organismo total del macroindividuo es, en efecto, un universo o morada para estos seres. Si el macroindividuo constituye lo que llamamos «un ser altamente evolucionado», lo cual quiere decir un ser que en virtud de su estándar de amor, su gran cantidad de experiencias, su inteligencia y sabiduría vive en pleno contacto con las leyes divinas, su organismo presenta un aspecto completamente armonioso y libre de enfermedades, mientras que lo contrario es cierto con un macroindividuo que representa a un ser menos desarrollado o primitivo, lo cual significa un ser que todavía no conoce las leyes de la vida y por lo tanto no puede estar en contacto con ellas y así ha nacido para asesinar y matar, degollar y crear sufrimiento. Estas dos formas de macroindividuos representan, por lo tanto, diferentes condiciones de vida y no pueden tener la misma zona de morada. Para poder mantener la vida, los seres, cuya condición de vida sólo puede mantenerse en virtud de matar, tienen que encontrarse en una zona donde hay una base suficiente para esta capacidad de matar. Por lo tanto, la fiera pierde sus condiciones de vida si está encerrada en un área que es al cien por cien vegetal, lo cual quiere decir una zona donde no hay animales para matar. Del mismo modo, el ser, cuyas condiciones de vida son lo opuesto a matar, pierde sus condiciones de vida y tiene que cesar físicamente, si se encierra en una zona al cien por cien animal. Con esto no me refiero, claro está, al hombre terreno, porque aún no ha avanzado tanto en la evolución, sino al ser humano plenamente desarrollado o «hombre de Dios».
      Así, la vida misma condiciona que todos los seres lleguen a los entornos y zonas, donde hay una base para el cumplimiento de sus condiciones de vida. Esto se convierte así en la lógica general de la vida. En armonía con esto, los microindividuos del organismo también son de naturalezas diferentes, ya que los organismos en cuestión en su interior también presentan condiciones de vida muy diferentes para estos seres. Los macroindividuos menos desarrollados que viven en desarmonía con las leyes y cuyos organismos representan enfermedades, mutilaciones y sufrimientos, obviamente no dan las mismas condiciones de vida para los microindividuos como los seres cuyos organismos representan la más alta perfección y armonía. Y también es un hecho que no son los mismos corpúsculos de sangre, las mismas células, moléculas, etc., que existen en un ser humano como en un animal, y tampoco las mismas pequeñas realidades en un animal que en una planta. Cualquier ser vivo recibe, por lo tanto, los microindividuos en su organismo que se ajustan esencialmente a su estándar de desarrollo, lo cual significa sus rasgos de carácter y comportamiento. Por ejemplo, si un ser tiene una forma primitiva de pensar, su magnetismo o fuerza vital, como ya se ha demostrado, también se hace primitivo, lo cual, a su vez, hace que la sangre sea de una calidad más baja o inferior. Esto inevitablemente crea condiciones de vida de calidad correspondientemente inferior para los microorganismos en su organismo. Y el ser en cuestión tiene entonces sólo microindividuos correspondientes en su organismo, mientras que un macroindividuo con una manera de pensar fina y altamente cultivada que desencadena amor, crea condiciones de vida diametralmente contrarias en su organismo, crea morada para microindividuos excelentemente desarrollados en este. Lo que esto da de bienestar y fuerza, capacidad de manifestación y alegría natural de la vida para el macroindividuo es casi incomprensible para el hombre terreno común que todavía, en relación con eso, vive en la más absoluta oscuridad.
      Si un individuo se ha hecho gradualmente alcohólico y así ha obtenido un deseo insaciable de alcohol, esto quiere decir que ha arruinado la condición de vida para la mayoría de los microindividuos naturales de su organismo, y así lo ha recreado para sólo poder ser morada para microindividuos de una naturaleza tan robusta que incluso tienen estas condiciones desafortunadas, a las que el alcoholismo ha dado lugar en el mismo organismo, como su condición de vida. Pero cuando un organismo se llena de una mayoría de microindividuos que están por debajo del estándar que de otro modo se considera normal para él, está claro que el aspecto y la calidad de este organismo viene a variar del estándar que habría representado si estuviera lleno de microindividuos naturales para su estado original en su interior. Es natural que tal individuo de un modo correspondiente pierda su movilidad natural, debilite su mente y vaya bajando cada vez más en primitivismo para al final aparecer con un organismo tan destruido que ahora sólo puede ser morada o universo para microindividuos de un estándar tan bajo o a tal distancia de desarrollo del macro-yo, que éste pierde por completo el control de las funciones corporales y apariencia. Que esta pérdida desencadena a menudo la muerte en un hospital psiquiátrico es uno de los desastres que tal relación no natural en el peor de los casos tiene como consecuencia. Está claro que uno, de la misma manera, destruya el estándar de su organismo como morada para los microindividuos naturales y así en última instancia lo haga inútil como herramienta para la manifestación del yo, manifestando todos los vicios no naturales y por lo tanto venenosos o estupefacientes y manifestando la gratificación de deseos no naturales. Que tales seres infelices, absolutamente todos, sin excepción, en vidas futuras serán ayudados a volver a una existencia natural es un hecho para la persona con clarividencia cósmica, pero no tiene ningún interés para el tema principal de este libro, y por eso tengo que volver a remitir al lector a Livets Bog.


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