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62. CAPÍTULO

La interacción entre el macroindividuo y los microindividuos a través de los nervios y el consiguiente bienestar para ambas partes

Por lo tanto, el macroindividuo no puede existir sin estar de alguna manera en constante contacto con la sensación de la experiencia de placer o malestar de sus microindividuos. Su organismo es, como se mencionó anteriormente, un «universo» habitado por miríadas de seres vivos, que todos, cada uno de ellos, contribuyen, en forma de la lucha por su propia existencia, a mantener la existencia del macroindividuo. De todas las regiones de este «universo», incluso de las más inaccesibles y distantes, han sido agregado «cables» al centro, hasta el macroser. Como cada uno de estos «cables» con cientos de ramificaciones, aunque invisibles al ojo físico, están enraizados en el organismo de un microindividuo, incluso la más mínima vibración o movimiento de ese diminuto organismo es transferido al macroindividuo. Este percibe así una corriente ininterrumpida de las vibraciones de la existencia de estos seres pequeños. Esta corriente se conoce en la vida cotidiana como idéntica al «bienestar general» del macroindividuo, mientras que los «cables», que los lectores probablemente ya han adivinado, son lo mismo que los «nervios».
      La calidad del bienestar general mencionada depende de la calidad del organismo del macroindividuo como «universo» para los microindividuos del estadio en cuestión. Si el macroindividuo por estilos de vida no saludables, vicios y desastres ha causado mutilaciones a su organismo, daños internos o externos, éstos producen desastres para los microindividuos en las zonas del organismo donde han sido realizados los daños o mutilaciones. La mutilación y muerte de miles de estos seres se producen así con el comportamiento no natural por parte del macroindividuo, a través del cual las funciones, que estos pequeños seres estaban emprendiendo en el organismo, se debilitan o se hacen imposibles. Y la forma de vida o comportamiento antinatural del macroser se convierte en una catástrofe para todo su organismo y, por lo tanto, su propia capacidad natural para experimentar la vida.


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