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56. CAPÍTULO

Cuando el ser duerme demasiado

Pero al igual que el individuo puede dormir poco, también puede dormir demasiado. En tal caso, los nervios se vuelven «demasiado crecidos». La renovación se vuelve antinatural y, los nervios se hacen, en un grado correspondiente, no adecuados como cable para la fuerza vital. Esto causa los mismos síntomas que en los casos de poco sueño con fatiga, dolor de las extremidades, dolor de cabeza y falta de ganas.
      En cuanto a la cantidad adecuada de sueño que debe tener un individuo, no se puede dar una regla común, ya que es muy individual. Pero por lo menos se debe tener tanto que se despierte solo. Y si uno, además, sólo se sirve de climas de pensamientos puros y nobles, entonces ese despertar natural estará acompañado por una sensación de tal bienestar y tales ganas de trabajar que cualquier idea de continuar descansando o quedarse en la cama es sumamente incómoda, por lo cual uno deja el lecho en un estado de ánimo brillante y con alegría de la vida para enfrentarse con las nuevas experiencias, creaciones y fenómenos cotidianos que el nuevo día ofrece.


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