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54. CAPÍTULO

Cuando un ser socava su capacidad de dormir

Pero no es siempre que este despertar se percibe como puro bienestar. A veces se acompaña de un dolor fuerte en todos los miembros, dolor de cabeza y falta de ganas; ¿cómo puede ser?
      Bueno, como el lector, según lo anterior, podrá entender fácilmente, un ser puede, en su relación con el sueño, hacer un daño irreparable a su organismo y, por lo tanto, hacer un ataque a su propio bienestar. Si un ser no respeta su fatiga o somnolencia, sino lucha contra ellas, lo cual pasa muy a menudo en los casos en que el individuo ha pasado el tiempo en el que debería dormir por libertinaje nocturno o juerga y, sin embargo, tiene que hacer su trabajo al día siguiente, o en los casos en que, por pobreza, tiene que utilizar una parte demasiado grande y antinatural del día para trabajar, no duerme lo suficiente. Tal ser no llega a dormir lo que debería. No va a la cama tan temprano para que los daños puedan ser reparados por completo y los nervios completamente curados antes del momento en que la necesidad de nuevo lo obliga a levantarse. Por eso no puede esperar hasta que haya descansado suficientemente, y su despertar suceda por sí mismo de manera natural, sino que ha tenido que acostumbrarse a un despertar artificial permanente. Este despertar ocurre en la mayoría de los casos por «despertadores» o por «una llamada» de otra persona. Pero el despertar antinatural también puede volverse tan común que puede tener lugar por sí solo, en el momento dado, sin ninguna influencia externa. Pero tal estado es sólo una indicación de que la capacidad de dormir del individuo ya se ha debilitado, está degenerando. Dicha capacidad para dormir idealmente debería garantizar que el sueño completo del individuo ocurra en un solo tirón, lo que significa sin ninguna interrupción. Acostumbrarse a despertar artificialmente es lo mismo que ejercitar un ataque contra esa habilidad. Y este ataque, por inocente que parezca, no importa si se hace con «despertador» o por la «llamada» amistosa de otro ser, es, en miles de casos, el primer paso vago o la incipiente introducción a lo que, más tarde en la vida de muchas personas, significará «noches sin dormir». La «capacidad de despertar» de estas personas ha evolucionado gradualmente y al fin es tan dominante en el conocimiento que la «capacidad de sueño» natural, tan favorable para la salud, la fuerza y el descanso, sólo queda como «ruinas» o «fragmentos» de su estado original. Estos individuos casi no pueden dormir en absoluto. Que esto, sin una intervención informada y curativa, signifique degradación y destrucción de la apariencia física de los seres en cuestión, es, por supuesto, evidente.


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