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45. CAPÍTULO

El hombre terreno se sirve a veces de un clima de pensamientos que pertenece a una zona que ha dejado atrás hace tiempo

Como el pensamiento es el magnetismo, la fuerza vital, en que se basa la consistencia y cualidad de la sangre y, con ello, toda la verdadera felicidad y todo el verdadero bienestar del individuo, la clase, naturaleza y cualidad del pensamiento se convierten en el principal factor de cada forma de aparición, tanto normal como anormal, de un ser vivo en la existencia. Si las clases o climas de pensamiento que atraviesan los órganos mentales del individuo y que, por consiguiente, crean su modo de actuar y utilizar su voluntad, tienen un carácter anormal o aberrante, la magnetización de la sangre o transferencia de fuerza vital de este individuo y, con ello, su organismo, se vuelve, como se mencionó anteriormente, anormal o aberrante, dado que esta transferencia de fuerza es idéntica al pensamiento. Como en las últimas décadas, la evolución de los hombres terrenos ha avanzado de una manera desproporcionada, estos hombres se encuentran, de modo correspondiente, en una zona evolutiva con cuyos climas de pensamientos normales todavía no se han familiarizado totalmente. La consecuencia de esto es que en gran medida hacen uso de climas de pensamientos muy antiguos (imágenes mentales), cuya naturaleza generadora de energía sólo puede considerarse como magnetismo o fuerza vital para organismos de estadios animales, bajos y primitivos, que, en realidad, los hombres terrenos hace tiempo que han abandonado con la parte más evolucionada de su conciencia. Entre los organismos y los climas de pensamientos de los hombres terrenos hay así, de modo correspondiente, un cierto grado de desarmonía. Por lo tanto, predominará una cierta forma de pensamiento anormal y, con ello, una correspondiente transferencia anormal de fuerza vital a los organismos. Estos organismos aparecerán así, en el mismo grado, como enfermos, como débiles, como faltos de resistencia ante las infecciones etc. Los organismos están marcados por el dolor y el sufrimiento. «El fuego del infierno» lanza sus llamas sobre la existencia humana terrena.


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