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39. CAPÍTULO

El nuevo método de investigación y la revelación del secreto, misterio, identidad del universo y, por lo tanto, del ser vivo

Esforzarse para encontrar el secreto o clave de la vida en las mucho más inaccesibles «estrellas» microscópicas o «átomos», en planetas ajenos es absolutamente superfluo, es «cruzar el río para recoger agua», ya que la solución del enigma se revela de forma mucho más grande y sin estorbos a través de la tierra, que es la revelación más adecuada para los sentidos terrenos, adaptada así por la Providencia, del análisis más elevado de «estrellas», átomos, soles y planetas.
      Lo mismo es cierto si un individuo quiere explorar una vía láctea, que constituye «una nebulosa» o una combinación extensa de estrellas. Aquí, no tiene que dirigir su vista física en una vía láctea en el espacio. Es demasiado inadecuado para los sentidos terrestres, lo que se muestra claramente en el hecho de que nunca revelará ningún otro análisis que no sea una colección de estrellas, nebulosas, materias luminosas. Ver la vía láctea como una colección de estrellas o niebla luminosa no es un análisis fundamental, no da absolutamente ninguna imagen del secreto del universo o el sentido de la vida. No, el individuo tiene que dirigir su mirada al sistema de vía láctea que se adapta a sus sentidos o habilidades de observación por la «correspondencia de Dios». Y tal «sistema de vía láctea» lo tiene el individuo en su propio organismo, que, de hecho, no sólo es «una colección de estrellas», sino que también muestra la determinación y propósito de esta «colección de estrellas». Y el análisis básico, al cual el investigador llega, es válido para cualquier nebulosa independiente. Esto a su vez significa que los incontables sistemas de vías lácteas del cielo, todos sin excepción, son idénticos a organismos de seres vivos, visibles para el individuo en un tamaño gigante tan grande, que los átomos y electrones individuales en forma de sistemas solares y planetas se hacen visibles en la sustancia de estos organismos. «La niebla primaria» de la materia se ha convertido aquí en «la correspondencia de Dios». Cuando el individuo en su vida diaria tiene delante de sí sustancia, materia, formas y cosas, paisajes, mar y cielo, los organismos de seres vivos etc., quiere decir que ante su vista tiene «la niebla primaria» en tal formato enorme que sus estrellas individuales, átomos y electrones aquí desaparecen en la multitud. Y es esa multitud que hace «la niebla primaria» visible como «sustancia», como «materia». Y a través de la materia los detalles cotidianos del individuo se convierten en experiencia de la vida. La experiencia de la vida se vuelve así idéntica a la revelación de Dios al individuo del secreto de la nebulosa, la vía láctea, los átomos y los electrones o el microcosmos y el macrocosmos. Pero esta revelación es la misma que la revelación del secreto, el misterio y la identidad del ser vivo.
      En virtud de leyes eternas es, pues, posible para el ser vivo avanzado ver el análisis fundamental de la materia o sustancia o «la niebla primaria» dirigiendo su mirada hacia el cielo, hacia las estrellas, y el secreto de las estrellas, su propósito y fin dirigiendo su mirada hacia la tierra, hacia la materia, hacia la sustancia, hacia la sangre hasta tal grado que se vuelve a ver «la niebla primaria», las estrellas, los soles o la periferia luminosa, que en este caso quiere decir los átomos y electrones o microcosmos.


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