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169. CAPÍTULO

Cómo el yo, a través de su conciencia diurna cambiante, experimenta su inmortalidad a través de las cosas perecederas

Como esta concentración es lo mismo que la «conciencia diurna», lo que generalmente llamamos «nacimiento» será la transmisión de la conciencia diurna del plano de existencia espiritual o metafísico al físico, y lo que llamamos «muerte» será la transmisión de la conciencia diurna del plano físico al plano espiritual de existencia. En virtud de las leyes eternas del amor, cualquier muerte no podrá existir así sin ser un nuevo «nacimiento». Y esta conmutación eterna de la conciencia diurna de cuerpo a cuerpo, de plano de existencia a plano de existencia, es precisamente la base sobre la cual el yo, absolutamente sólo a través de cosas perecederas, puede percibir su propia inmortalidad, puede poseer «la vida eterna».


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