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161. CAPÍTULO

El funeral o entierro del futuro no será una fiesta de luto, sino una fiesta de alegría y agradecimiento por la eterna existencia de la vida

La tradición de la ropa «negra», la colgadura «negra», la espumilla «negra» etc. habrá desaparecido por completo en el futuro, y la gente celebrará la ceremonia cada vez más en ropa común. Esto reduce el culto de la tristeza. Ayuda a preservar la impresión de la normalidad y naturalidad de la situación, lo cual no es el caso con el «vestirse de luto», que precisamente tiene que expresar, tiene que mostrar, que recordamos al «difunto» con tristeza, etc., y, por lo tanto, es estimulante para el mantenimiento del triste, desagradable y desequilibrado estado de ánimo del duelo.
      Si en el futuro, en casos especiales, se quiere hacer algo excepcional en un entierro, se utilizarán ropas blancas, y todo será adornado en blanco, todo será basado en alabar la verdadera identidad de la muerte como un nuevo nacimiento, como la entrada a una nueva vida, expresando amor divino. Se sabrá que el duelo es una especie de egoísmo, un deseo insatisfecho de poseer algo, a lo que uno en realidad no tiene derecho. Aquí, en este caso, significa que el duelo se debe al deseo de un individuo de tener al ser iniciado o difunto aquí en el plano físico. Como la satisfacción de este deseo no encaja en el destino del difunto, sino que significa que él o ella tendría que renunciar a la entrada absolutamente necesaria a los más altos mundos, tan necesaria para su evolución, para poder perfeccionar su capacidad creadora tanto que pueda ser capaz de construir un nuevo cuerpo físico en el que no tendría, como ahora es el caso, que combatir las deficiencias y molestias que han dificultado su última encarnación física, entonces el duelo por esta muerte sólo será idéntico al egoísmo. Los seres altamente desarrollados que están animados por la mentalidad opuesta: el altruismo y la sabiduría, lo que nuevamente es lo mismo que el «espíritu santo», no lloran por sus «muertos». No tienen «muertos». Ellos saben que la muerte no existe en términos realistas, sino que sólo es la entrada a otra forma de existencia, una forma de existencia con la que, a través de la ciencia espiritual o el estudio y la práctica del «espíritu santo», ya se han familiarizado aquí en la existencia física. Y en la clara luz del espíritu mencionado, en la conciencia divina de la identidad de la «muerte» con la vida, ningún funeral o entierro será idéntico a una «fiesta de llanto» o «ceremonia de duelo» en las generaciones futuras de la nueva cultura espiritual, sino que se formará como una fiesta tranquila y feliz, que alaba y agradece el nombre del «difunto», dirigida al origen de la inmortalidad o la eterna existencia de toda la vida.


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