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15. CAPÍTULO

El organismo físico del ser vivo es un universo

Como ya he mencionado, el organismo de cualquier ser vivo es un universo para seres vivos, que, en relación con el conjunto y el tamaño del organismo, sólo pueden considerarse como altamente microscópicos o pertenecientes al microcosmos. Y es la experiencia real y la comprensión de esta relación que le quitará al individuo la simpatía para la cremación. Pero para el ser humano terreno ordinario, esta comprensión no es, por supuesto, fácil de adquirir. Sólo tiene conocimiento de un universo, y ese es en el que se encuentra, y que tiene el cielo, el sol y las estrellas como techo y la tierra como suelo. A lo largo de todos los volúmenes de Livets Bog, que han sido escritos a partir del nuevo gran impulso mundial, que conducirá a la humanidad al reino humano verdadero libre de paganismo, el lector interesado espiritual no sólo adquirirá un conocimiento profundo de este universo, sino también aprenderá que su propio organismo es un universo real que, en relación con sus habitantes o microseres, es tan gigantesco como el universo universalmente percibido es para él. Y es precisamente la enorme extensión de este individuo en relación con sus microseres, que hace que sólo los vea como un conjunto de «sustancia» o «materia», como carne, sangre, nervios, pieles y huesos. Pero estas realidades son, en realidad, sólo expresiones de «moradas» en «la casa del padre». Todo lo que conocemos como las partes «internas» en nuestro organismo pueden, de hecho, ser considerados como «cuerpos celestes» del universo, que dicho organismo forma, exactamente de la misma manera que la tierra, el sol y los planetas forman cuerpos celestes en el vasto universo, en que nosotros mismos nos encontramos. Y el presentimiento, que los seres humanos, a través del desarrollo desde su estado natural primitivo y hasta su apariencia intelectual presente, han tenido de que detrás de estos cuerpos celestes existe una divinidad, es inteligentemente confirmado por el estudio de sus propios organismos. Porque de la misma manera que sería imposible que las partes internas de este organismo: el corazón, el cerebro, los pulmones, los riñones, el hígado, etc. pudieran ser mantenidos en una colaboración correcta y en perfecta armonía sin que detrás de estas realidades existiera un yo, así es también absolutamente imposible que los conocidos cuerpos celestes y sistemas estelares pudieran mantener su cooperación y armonía divina sin que aquí también existiera un yo.


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