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149. CAPÍTULO

El hundimiento del organismo y la creación de un nuevo organismo, y con eso la creación de infancia, juventud, madurez y vejez

Pero cuando el yo así tiene que descartar su vehículo físico, no puede, después de este rechazo, experimentar directamente el mundo físico, de la misma manera que un hombre tampoco puede ir en su coche cuando éste se ha estropeado y ya no se puede reparar. Y de la misma manera que él tiene que esperar la adquisición de un nuevo vehículo para poder conducir de nuevo, así también es necesario que el ser vivo espere la adquisición de un nuevo cuerpo físico, antes de que pueda volver a manifestarse en el plano físico de manera normal. Habrá, pues, en la eterna existencia de cualquier ser vivo, un periodo en que no aparece en el plano físico, es decir desde el momento en que su cuerpo físico ya no sirve para su propósito hasta el momento en que el individuo de nuevo se ha construido un nuevo cuerpo físico a tal punto que puede desencadenar las funciones claves necesarias, como pulso, respiración y digestión, que son la base motriz del cuerpo mencionado. Cuando el cuerpo físico ha llegado a tal estadio en la que esta actividad puede comenzar, ya no es necesario que se alimente de la sangre del cuerpo de la madre, sino que nace al mundo. El estadio fetal ha cesado y ha comenzado una nueva existencia física para el origen del cuerpo en cuestión. Pero el nuevo cuerpo aún está lejos de estar terminado y aún no sirve para la manifestación física completa, sino que tiene que construirse gradualmente y entrenarse para ésta. Esta construcción gradual del organismo físico llamamos «crecimiento». Y es este crecimiento que es fundamental para que el ser vivo llegue a atravesar los diversos estadios que conocemos bajo los conceptos de «infancia», «juventud», «madurez» y «vejez».
      Sólo al comienzo de la edad adulta o a los treinta años, el cuerpo físico del hombre terreno común está completamente maduro o completo, y sólo aquí su verdadero carácter y verdadero estado de desarrollo puede manifestarse. Antes de que haya llegado a esta madurez, no se puede juzgar por completo su carácter, ya que, hasta ese momento, en gran medida, sólo se trata de repeticiones de estadios de carácter menos desarrollados, que el ser en cuestión realmente ha superado en vidas anteriores. (Ver Livets Bog, apto. 148).


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