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143. CAPÍTULO

El crecimiento de los seres por el cual se alejan de las violaciones habituales de las leyes de la vida ocurre casi imperceptiblemente y no en saltos

Ahora puede surgir entre varios lectores la pregunta de cómo iría, si todos repentinamente dejasen de comer carne, disfrutar del tabaco, del alcohol etc. o si dejasen de comprar flores cortadas o, en resumen, si todos abandonaran de una vez los hábitos equivocados de vida. Todas las personas cuya existencia se basa en esos hábitos y placeres se quedarían sin empleo y surgirían otras consecuencias distintas y muy desagradables. Y aquí los que preguntarían tienen razón. Pero sólo existe la circunstancia de que tal interrupción tan repentina no puede tener lugar en absoluto. La humanidad sólo se ha hecho dependiente de todas las realidades antinaturales mencionadas mediante una habituación gradual, y sólo podrá deshabituarse de éstas mediante una correspondiente deshabituación gradual. Y la energía y el deseo de esta deshabituación no se encuentran en el mismo grado en todos los seres en cuestión. Por lo tanto, será imposible que surja la situación que todos los seres de una vez interrumpan estos hábitos de vida. El desarrollo sólo puede tener lugar de forma gradual y no en saltos. Los cristales no se convierten de repente en plantas, y las plantas no se convierten de repente en animales. Y una humanidad entera no puede en un día de repente eliminar las tradiciones y fenómenos, que por su difusión masiva constituyen un factor importante en su esqueleto económico y por lo cual dicha eliminación inevitablemente significaría una mutilación correspondiente demasiado insuperable de la misma sociedad. Pero las leyes eternas también representan una lógica mucho más alta. Los hábitos sólo pueden ser abandonados por crecimiento. En un determinado estadio de su desarrollo, el individuo llega a tener interés en deshacerse del hábito. Y dado que los individuos de la humanidad terrena no están en los mismos peldaños de crecimiento, se encontrarán en relaciones muy diferentes al estadio antes mencionado donde las ganas de deshacerse del hábito se presentan. Y dado que de hecho sólo pueden alcanzar este estadio uno por uno, la sociedad tiene así garantizada que su crecimiento total, alejándose de los hábitos no naturales, sólo puede hacerse lenta y casi imperceptiblemente, y que desempleo, crisis económica o colapso por esa razón no van a poder hacerse realidad. (Ver también Livets Bog, apto. 138).


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