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110. CAPÍTULO

Una decoración con flores cortadas es lo mismo que un ramo de miembros cortados de plantas y le da un aura sucia a lo que se adorna

A pesar del amor de los hombres a las plantas, su relación con estas formas de vida es bastante brutal. Se ha convertido en una costumbre muy extendida en una sepultura, funeral o entierro decorar el ataúd con una multitud de flores cortadas. Aparentemente no hay nada mal en esta decoración, ya que es una manifestación de simpatía hacia el difunto. Pero con un análisis cósmico más nítido, tal manera de actuar se convierte en algo terrible. Para el ser altamente clarividente, las irradiaciones de dicha profusión de flores no son puras. El aura suprema alrededor del ataúd está infectada con rayos oscuros que lo hacen aparecer con un vislumbre turbio. Como se mencionó anteriormente, la profusión de flores consiste sólo en flores o partes de plantas cortadas, es decir, una colección de miembros de plantas amputados.
      En ignorancia ciega y sobre la base de la incapacidad de sentir la identidad del ser planta como un ser vivo se ha participado, ya sea mediante la compra de flores cortadas o incluso al cortarlas uno mismo, en mantener el principio mortífero en su culminación. Uno ha ayudado a mantener viva la idea de mutilación. Uno ha privado a los seres planta en cuestión de su decoración más bella. Las flores son, claro está, la base del mayor gozo para estos seres.


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