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101. CAPÍTULO

La cremación nunca puede convertirse en una ley para la totalidad de la humanidad, y la tierra no puede hundirse por fuego

En cuanto a la tierra como macroindividuo para el ser humano terreno, su conciencia general hace tiempo que ha pasado el estándar de desarrollo pagano, representado por la cremación. Esto quiere decir que la tierra como individuo se considera «anti-cremación». El clima de pensamiento «anti-cremación» está en una abrumadora mayoría en su conciencia y nunca puede ser de otra manera. Esto a su vez quiere decir que el clima de pensamiento representado por el número de personas en su territorio que quieren la cremación está en efecto disminuyendo. Esto, por supuesto, no impide que a veces parezca que el clima de pensamiento mencionado está aumentando. Pero si se hace un análisis más profundo resulta que sólo es dentro de ciertos círculos locales donde uno puede ver progreso, o sea a través de un campo todavía insensible, muerto o primitivo de la conciencia hacia el micromundo o sea sólo en virtud de la falta de reflexión que uno es sugestionado a creer en la atractiva «mayor higiene», que la cremación parece representar. Fuera de estos círculos locales de la humanidad, la cremación chocará contra una pared irrompible. Y dado que la conciencia prominente general de la tierra está formada por la parte que se encuentra fuera de esos círculos, y la susceptibilidad de esta parte a los avances científicos y la investigación espiritual se encuentra en una fuerte aceleración de crecimiento, un comportamiento tan poco científico como una cremación nunca llegará a convertirse en una ley establecida y forzada para la totalidad de la humanidad. Y así, entre otras cosas, se hace evidente que la tierra nunca puede ser objeto de una disolución total por fuego. Por lo tanto, la destrucción antinatural de la tierra descrita en el capítulo 91 no va a poder ser un hecho. La tierra está demasiado avanzada en su desarrollo. Su radiación, su aura que justamente se desencadena a base de su clima de pensamiento general, hará imposible cualquier colisión con otro cuerpo celeste. Como cualquier ser vivo la tierra está protegido en su atmósfera. Y catástrofes por incendios sólo pueden ocurrir parcialmente y no totalmente dentro de su área completa, y absolutamente sólo en la extensión que corresponde exactamente a la amplitud de las capas de conciencia cuyos microindividuos (personas) son insensibles a la muerte o destrucción por fuego de otros seres.


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