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Véase el símbolo nº 40 en nueva ventana Índice de La Imagen Eterna del Universo, volumen 4   

 

 
Símbolo n° 40
El signo de la cruz
El signo de la cruz
40.1  La solución del misterio de la vida sólo puede alcanzarse por medio de un camino que se encuentra fuera de la investigación materialista y atea
El método de investigación científica vigente hoy en la Tierra, cuyos análisis finales dan por resultado "materia luminosa", es decir, "nebulosas", "rayos" y "ondas", está a punto de entrar en una fase en que comienza a haber desempeñado su papel, ya que su origen ha llegado a la última periferia o frontera de toda la materia física. Nuevos aparatos ópticos más potentes sólo prolongarán la posibilidad de ver nebulosas y serán, por ello, incapaces de continuar revelando el misterio de la misma vida, dado que el horizonte luminoso de estrellas de esta materia son los últimos rayos languidecientes de la correspondencia divina antes de que se pierda a lo lejos y se transforme en la gran nada. Es imposible seguir investigando por este camino, ya que aquí hemos llegado al término o fin absoluto del camino. El conocimiento, que se cola aquí de un modo muy parco, es como un simple puñado de hierba en un desierto inmenso y se transforma cada vez más en algo semejante a nada.
      Pero como la vida no puede existir sin la base de la experiencia de un nuevo conocimiento y como esta vida, según su análisis cósmico, es al mismo tiempo inmortal, se hace aquí evidente que tiene que haber otro camino por medio del cual pueda continuar teniendo lugar o desencadenándose, de un modo inalterable, una asimilación de nuevo conocimiento. Este camino no pasa ni por el telescopio ni por el microscopio, a pesar de que a estos factores no se les puede, naturalmente, negar su identidad como instrumentos divinos, indispensables para llevar la ciencia hasta el estadio en que el citado nuevo camino será la única llave que hará posible que se siga revelando la solución del enigma o más profundo secreto de la vida.

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