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Véase el símbolo nº 37 en nueva ventana Índice de La Imagen Eterna del Universo, volumen 4   

 

 
Explicación del símbolo n° 37
37.14  La zona de color naranja, con la gran cantidad de figuras rectangulares de color negro-blanco en la parte inferior del símbolo, representa al hombre inacabado en sus distintos estadios evolutivos de animal a hombre. En el símbolo vemos como la parte oscura de las figuras, que significa el mal, lo animal o diabólico del hombre, mirada de izquierda a derecha, va decreciendo, mientras las figuras blancas que significan el bien, lo humano del ser, miradas también de izquierda a derecha, van en aumento de un estadio a otro. Estos estadios podemos también simbolizarlos como las vidas físicas terrenas de los seres humanos, pero entonces debemos tener en cuenta que el número de vidas es mucho más elevado que las vidas mostradas en el símbolo. El conjunto de las figuras de color negro-blanco simboliza, de este modo, como la oscuridad o mal está decreciendo, mientras la luz o bien está aumentando en el hombre inacabado. Aquí vemos, por lo tanto, símbolizadas las épocas evolutivas de los seres humanos, desde su aparición más primitiva como el hombre animal hasta su aparición como el hombre acabado a imagen y semejanza de Dios. El hombre animal está simbolizado por las figuras de color negro-blanco más a la izquierda, en las que lo animal u oscuridad casi domina totalmente al ser. Pero vemos que esto va decreciendo y ha desaparecido por completo en el último estadio evolutivo en la figura que se encuentra más a la derecha del símbolo. Aquí lo que se ha desarrollado es la luz o lo puramente humano, es decir, el amor universal o la luz eterna; desde un débil comienzo ha evolucionado a través de los estadios hasta constituir totalmente la mentalidad y modo de ser del individuo. Por consiguiente, el ser se ha transformado en el hombre acabado con conciencia cósmica y liberado de la reencarnación o nuevo nacimiento en la materia física. Este ser está simbolizado, en la parte más a la derecha del símbolo, como el último estadio de la serie de estadios evolutivos del ser. Aquí vemos que el ser, sin ningún impedimento y de modo directo, recibe los rayos de la luz eterna o espíritu santo de Dios, representado en el símbolo por los impulsos luminosos que surgen del triángulo que es imagen de la Divinidad u origen eterno del universo que todo lo penetra.


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