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Símbolo nº 3
Intolerancia
3.1  Sabotaje de la normalidad
La intolerancia es la causa de las llamas mortales de la guerra, y cuando dos seres – ya se trate de dos animales, dos hombres o dos o más naciones – se han envuelto en estas llamas y hay guerra entre ellos, desencadenan un sabotaje contra el tono fundamental del universo: el amor, que en realidad es lo mismo que paz absoluta, alegría y bendición. Cuando se desencadena un sabotaje contra el fundamento mental de la misma vida, ¿cómo va a ser posible que haya paz, alegría y bienestar en el universo mental de las partes beligerantes? ¿Cómo pueden los seres ser físicamente felices cuando su universo mental piensa en el modo de realizar o mantener el sabotaje contra sus enemigos? ¿No es acaso esta situación la que infunde a los seres temor a las represalias y por ello es causa de que sus posibilidades de defensa sean ulteriormente reforzadas con armas todavía más refinadas y mortíferas? ¿Y acaso no deben continuar con este desarrollo mortífero de armas hasta alcanzar lo directamente "demoníaco", hasta llegar al momento en que de algún modo se pueda hacer un acuerdo entre las partes involucradas? El tener siempre enemigos, y tenerse que proteger constantemente de ellos, solamente es posible como un sabotaje de la normalidad, tanto por parte del que ataca como por parte del que se defiende. Este sabotaje equivale al hecho de que el modo de ser de los seres en cuestión está en disonancia con el tono fundamental del universo: el amor, que es ese espíritu de Dios que en la Biblia recibe el nombre de "espíritu santo". Como espíritu es lo mismo que conciencia, ideas y conocimiento, este espíritu de Dios es, entonces, la conciencia normal del universo. Estar en disonancia con este espíritu significa guerra, desgracia y sufrimiento, es decir, todo aquello que se agrupa bajo el concepto "un mal destino".


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