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Símbolo nº 14
El ciclo cósmico de espiral I
14.1  El ciclo de espiral como base de la experiencia eterna de la vida por parte de los seres
En la explicación del símbolo nº 13, hemos seguido la experiencia que los seres hacen de la vida a lo largo de un ciclo de espiral. Hemos visto cómo en un ciclo de este tipo viven la culminación de la oscuridad y la culminación de la luz. Este paso de los seres a través de un ciclo de espiral está sustentado por un estado de apetito y saciedad estimulado por el deseo primario. Con la culminación de la experiencia de la oscuridad se produce una saciedad de oscuridad y un apetito de luz, y con la culminación de la experiencia de la luz se origina una saciedad de luz y un apetito de oscuridad. Conforme a la existencia eterna del deseo primario, el ser vivo es conducido alternativamente, por dicho deseo, a traves de la culminación de la oscuridad y de la luz. La vida eterna del ser vivo es la experiencia eternamente cambiante de la culminación de una época de luz y de una época de oscuridad. Cada vez que el ser se sacia de una época de oscuridad tras haberla experimentado hasta su culminación y, a su vez, se sacia de una época de luz, ha pasado un segmento o ciclo cósmico de espiral. El fundamento de esta experiencia es el deseo primario juntamente con el principio del apetito y la saciedad. Con este proceso cambiante se mantiene el principio del contraste que es imprescindible para la vida. Sin este principio todo tipo de percepción sería imposible. Ambos contrastes deben estar presentes en cada creación, y el modo en que estos dos contrastes se hallan combinados en una creación es muy importante. Si hay exceso de oscuridad en la creación de un ser, en su esfera de pensaminto y en su modo de ser, esta creación también será sombría y mortífera. Si está dominada por la luz, ésta deteriorará proporcionalmente la creación o experiencia y así mismo también destruirá o destrozará la experiencia de la vida. Para que la experiencia de la vida, lo mismo que cualquier otra creación, sea absolutamente perfecta, la luz y la oscuridad deben estar en equilibrio en dicha creación, tal como sucede cuando se toma una fotografía. Si se expone con exceso, es decir, si la luz domina tanto que desdibuja las partes oscuras de la imagen, se trata de una fotografía defectuosa. Si la imagen está subexpuesta, es decir, si la oscuridad domina tanto la fotografía que las partes claras están más o menos desdibujadas, la fotografía también será defectuosa. En cambio, si la fotografía está tomada de modo que la luz y la oscuridad se combinen poniéndose de relieve mutuamente hasta un punto tal que la una con respecto a la otra no es ni más fuerte ni más débil que en el objeto que se reproduce, entonces la fotografía será perfecta. Para que el despliegue de conciencia, la creación y el modo de actuar del ser sean perfectos, la luz y la oscuridad también tienen que estar combinadas de modo que esta combinación constituya la culminación del despliegue de conciencia, manifestación o creación, que es lo mismo que el amor absoluto, es decir, ese amor con el que se ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo; ese amor que es el cumplimiento de todas las leyes, que es uno con la conciencia primaria de Dios y que transforma al ser en uno con Dios. Como la experiencia de la vida se basa en el contraste entre la luz y la oscuridad, no es pues extraño que la vida eterna de los seres tenga que ser un paso a través de las épocas oscuras y luminosas de los ciclos de la espiral. ¿Cómo podrían si no adquirir conocimientos sobre la oscuridad y la luz y, de este modo, llegar a ser perfectos? Los ciclos de espiral son un factor muy importante en la creación de las experiencias eternas de los seres vivos.


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