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Véase el símbolo nº 15 en nueva ventana Índice de La Imagen Eterna del Universo, volumen 1   

 

 
Explicación del símbolo nº 15
15.11  La figura blanca, en la parte superior, simboliza la forma esférica, que es el equilibrio cósmico fundamental de todos los movimientos.
      La línea blanca superior representa la llamada "línea recta". Pero esta denominación no es válida desde un punto de vista asoluto o cósmico, ya que dicha línea es tan curva que forma un trozo de una circunferencia de 40 metros de diámetro. Aquí, dentro de un espacio limitado, la curvatura es tan microscópica que es invisible para los sentidos físicos y tiene el aspecto de una línea recta.
      Las otras líneas blancas del símbolo también representan circunferencias, pero dichas circunferencias son tan pequeñas y la curvatura tan acentuada que se puede ver a simple vista. Cualquier circunferencia tiene un lugar en el que la curvatura no puede verse a simple vista.
      En las circunferencias blancas del símbolo vemos como la curvatura disminuye a medida que las circunferencias en cuestión aumentan de tamaño, hasta que la curvatura es tan pequeña que no podemos verla. Y entonces tenemos ante nosotros la línea recta, tal como se presenta en la parte superior.
      Conforme al hecho de que la línea recta no existe, y tal como el símbolo muestra, cualquier cuadrado también será, desde un punto de vista absoluto o cósmico, hasta un cierto grado, una ilusión, ya que todas las superficies aparentemente rectas también encierran curvas, pero son tan microscópicas que no pueden percibirse. Y las superficies aparecen como superficies rectas y no como curvas o superficies de una esfera, que es en realidad lo que son desde un punto de vista espiritual o cósmico.
      Las circunferencias indicadas en el símbolo con las líneas delgadas representan, simplemente, que todas las clases de movimiento del universo se desplazan en trayectorias circulares, lo cual significa que todas las formas existentes de materia o sustancia, indiferentemente del tipo a que pertenezcan e indiferentemente de la materia que las forme, sólida, líquida, gaseosa o formada por rayos, se hallan en un ciclo. Es por ello que tenemos día y noche, invierno y verano, primavera y otoño, infancia y juventud, edad adulta y vejez. Todo está entrelazado en ciclos físicos y espirituales. Si las energías no estuviesen entretejidas en un ciclo, no existiría experiencia de la vida ni destino, no habría conciencia ni organismo, ni tampoco existirían continentes, mares, esferas celestes, soles y galaxias. La Divinidad sería un "Algo" que viviría en la "nada" total sin ningún tipo de mentalidad ni conciencia, puesto que no habría nada que existiese como "seres vivos". Un Algo envuelto en la nada absoluta no puede ser un ser vivo. La Divinidad eterna, cuya conciencia está exclusivamente formada por los seres vivos del universo, sería, pues, algo totalmente imposible. Una "nada" acecharía allí donde hoy el espíritu de Dios alumbra, calienta e insufla a todo lo vivo, bajo la forma de vida, la centelleante profusión de rayos de su conciencia eterna.


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