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El acceso de la humanidad terrena a la imagen del universo cósmica  2657. Como la facultad del humanitarismo y la facultad de la intuición todavía no están tan evolucionadas en los hombres terrenos, que puedan crear percepción cósmica y puedan darles verdaderas experiencias cósmicas, todavía no pueden experimentar por sí mismos las formas de vida superiores, dado que éstas se encuentran totalmente fuera del alcance del conjunto de sentidos mentales inferiores. Por consiguiente, por sí mismos no pueden investigar estas formas de vida por medio de únicamente los sentidos físicos. Ningún ser tiene acceso a la experimentación de estas formas de vida superiores y demás realidades cósmicas más allá del espacio y el tiempo, aparte de los seres en los que la facultad del amor y la facultad de la intuición han evolucionado tanto que se han unido en un conjunto de sentidos cósmicos. Esta evolución requiere, así, una previa evolución moral. Esta forma de experimentación superior y el consiguiente conocimiento cósmico sólo pueden, de esta manera, ser adquiridos por hombres inacabados teóricamente por medio de la explicación o información de seres que están tan evolucionados que pueden experimentar o percibir cósmicamente. Por lo tanto, vemos cómo todas las informaciones sobre la Divinidad y poderes superiores, o estados espirituales o cósmicos, han sido dadas a los hombres por medio de seres que, en mayor o menor grado, han tenido la facultad de experimentar ellos mismos conocimiento cósmico. Por consiguiente, hasta ahora los hombres han recibido su conocimiento cósmico a través de sabios, profetas y redentores del mundo. Pero, estos seres no han podido, naturalmente, darles a los hombres el conocimiento cósmico experimentado por ellos mismos de otra manera que con interpretaciones y parábolas, que estaban, precisamente, adaptadas a la limitada inteligencia o facultad para comprender fenómenos cósmicos que los seres poseían en el momento dado. Ahora, los hombres han avanzado tanto en su evolución, que una cierta parte de ellos está tan humanamente dotada que pueden recibir conocimiento o ciencia cósmica de una forma intelectual, teórica adecuada, en tal grado que expresa el universo cósmico verdadero y real, en el cual la imagen del universo presentada por la ciencia materialista sólo constituye algo secundario, de hecho, puede directamente expresarse como «lo muerto» en relación con la imagen del universo, en la que tanto la zona física como la cósmica constituye una unidad inseparable como un organismo, vivo y que trabaja, de una Divinidad eternamente existente, en la que todos los seres vivos viven, se mueven y son, como órganos de manifestación y experimentación de esta Divinidad. Esta imagen del universo es, así pues, una ciencia sobre «lo vivo» o lo fundamental, más allá de todas las materias, movimientos, organismos o cosas creadas. Constituye, precisamente, el único «algo eterno» absoluto que crea y experimenta, cuya existencia, conciencia y manera de ser constituye el yo eterno y la vida de la conciencia y organismo, la manifestación y creación de todos los seres vivos, tanto en el microcosmos y macrocosmos como en el mesocosmos.


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