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| La experiencia permanente del fuego supremo y la consiguiente experiencia de bienestar y bienaventuranza de los seres espirituales totalmente bipolares | 2635. Pero, esta felicidad tampoco deja de tener importancia para el entorno. Hasta un cierto grado, también puede embellecer la diaria experimentación de la vida de los seres que no forman parte de la propia raza o especie de los seres unipolares cubiertos por el fuego supremo. El acto es, en sí mismo, una embriaguez de simpatía, en la que los seres están llenos del deseo de congraciarse con la otra parte y ser muy agradables para ella. En una zona muy pequeña vemos aquí un destello muy pequeño del estado de bienaventuranza bipolar que, como vimos, era permanente y general en los mundos superiores. La diferencia es sólo que en los mundos superiores lo que vincula o une a los seres no es un estado de simpatía escasa o mantenido artificialmente, que ata o aparea a los seres en una convivencia o matrimonio sin libertad. Aquí es una verdadera simpatía permanente entre los seres que, debido a su bipolaridad, se libera en cada encuentro entre la irradiación mental de estos seres espirituales. El contacto, a que da lugar la irradiación mental de estos dos seres en este encuentro, crea una bienaventuranza y un bienestar perfecto e inalterable. Por consiguiente, todos los seres viven aquí en la permanente embriaguez de felicidad o bienaventuranza de la compañía mutua. Este estado de felicidad o luz está intelectualizado, dado que es soportado por amor verdadero que, precisamente, es lo mismo que sentimiento intelectualizado. Es, por lo tanto, muy distinto a la simpatía del enamoramiento, ya que ésta es absolutamente no intelectual. Es por esto que se dice de esta simpatía, que se cree que es lo mismo que amor, que «el amor es ciego». El verdadero amor está soportado y regulado totalmente por el intelectualismo, de modo que nunca puede entrar en conflicto con la lógica, en virtud de la cual el universo existe y se mantiene. |
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