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La experimentación del fuego supremo por los seres unipolares  2634. Tras haber adquirido este conocimiento del mundo culminante de luz del fuego supremo, no es difícil ver que es esta luz la que con un despliegue latente o mínimo brilla a través del clímax sexual del acto de apareamiento de los seres terrenos, físicos, unipolares. Como en su estado físico, estos seres se encuentran en un organismo físico, la manifestación del fuego supremo se basa en que se pueda desencadenar a través de este organismo. En éste hay, por lo tanto, incorporada una estructura orgánica por medio de la cual la parca función de los rayos del fuego supremo pueda desencadenarse. A estos órganos los conocemos como los denominados «órganos sexuales». Están hechos de una materia tan fina, que la energía de los rayos del fuego supremo puede sentirse aquí por el origen de estos órganos como la propia culminación de una sensación de placer, cuando estos órganos entran en contacto activo con los órganos sexuales de otro ser unipolar que aparece con el sexo contrario. Esta energía del fuego supremo sólo puede llegar a una satisfacción sexual normal unipolar en un acto de apareamiento entre un ser de sexo masculino y un ser de sexo femenino. Y, aunque aquí sólo constituye una experiencia de breves destellos y sólo puede activarse por medio de un proceso orgánico artificial, crea, sin embargo, dentro de su zona, en los concretos momentos de clímax, una revelación del más alto goce y sensación de placer que, dicho brevemente, puede crearse entre dos seres. Aquí se puede ver claramente que constituye el fuego supremo o la luz de los mundos superiores. En su activación unipolar, también es aquí la culminación del más alto sentimiento de simpatía mutua entre dos seres. Aunque este sentimiento de simpatía se produce artificialmente, es muy efectivo. Si estos dos seres son el objeto total o perfecto de enamoramiento mutuo, este enamoramiento da lugar a no poca atmósfera mutua de luz maravillosa, hermosa y cálida para las partes en el momento del clímax. Es esta experiencia de luz la que crea para las dos partes el fundamento de una convivencia relativamente feliz y duradera.


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