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En la zona cósmica de residencia del hombre perfecto  2630. Los seres espirituales superiores están, así, llenos de los rayos de sol del fuego supremo. Como hemos visto, estos rayos de sol de los seres son la culminación del desencadenamiento de amor en cada uno de los encuentros de los seres en cuestión con un semejante. Como ya hemos dicho, en este desencadenamiento culminante cada encuentro con un semejante es el placer, la felicidad y la bienaventuranza más grande. Esta felicidad y bienaventuranza es la base de cada acto, de cada detalle de la manera de ser de estos seres espirituales, de su despliegue de conocimiento y talento o de todo lo que, en resumidas cuentas, pueden prestar de revelación del alma y espíritu, la conciencia y manera de ser del universo y, con ello, de Dios. La creación del hombre por Dios a su imagen y semejanza se ha consumado aquí. En estas altas esferas de experimentación o existencia, todo es experiencia y manifestación de la conciencia primara de Dios en su forma pura. Los seres son uno con Dios en las más altas y eternas esferas de luz del universo. El infierno o cataclismo sólo son aquí conceptos muy abstractos sobre fenómenos lejanos, aparentemente irreales, que es imposible que se conviertan en realidad en este dominio primario de vida de la Divinidad, que todo lo irradia, o zona de residencia de los seres conscientes cósmicamente.


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