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Cómo el amor puede ser tan prominente que convierta la manera de ser del ser en un sol permanente para todo y todos  2627. Pero, ¿cómo pueden los seres estar llenos de un sol mental tan espléndido que, directamente, constituya el despliegue más importante y permanente de su manera de ser? Para comprenderlo, hay que recordar aquí qué transformación ha tenido lugar en el ser, desde que era un hombre inacabado, es más, apareciendo, como hemos visto, con mentalidad diabólica, y hasta que se convirtió en el hombre totalmente perfecto a imagen y semejanza de Dios, y pasó a residir en las esfera o mundos espirituales más altos de la vida. Un ser así ya no tiene, como tiene el hombre imperfecto, ninguna forma en absoluto de tendencias animales, es decir, egoístas. Está dotado de una facultad de amar que hace que acariciar a su prójimo, desplegar sobre él los efectos de su más alta simpatía y sus caricias sea la más grande sensación de gozo, de la misma manera que es el mismo gozo ser objeto de este despliegue de amor por parte de su prójimo. Este amor absoluto es, así, el fundamento soportador y que todo lo eclipsa, de los mundos más altos. Aquí no hay ningún estadio de bebé, aquí no hay ninguna vejez, aquí no hay ninguna enfermedad, aquí no hay nadie que se lesione ni sea mutilado, aquí no hay ninguna muerte. Aquí hay una juventud eterna, que con su hermosura que todo lo irradia, surge resplandeciente de todos los seres y hace de ellos, no objetos de enamoramiento, sino inalterables objetos de amor mutuo. Por esto, el mayor gozo de los seres aquí es encontrarse y ser uno con el otro, darse mutuamente renovación de la vida o alimento para su mayor sensación de bienestar o bienaventuranza. En verdad, el reino de los cielos está aquí. Aquí existe el fuego supremo o la sexualidad eterna, en su forma divina más pura, como fundamento para la incorporación de los seres al tono básico del universo como idénticos a los órganos de la conciencia primaria de la Divinidad. Su manifestación y manera de ser es la revelación del mundo total del «espíritu santo» en forma pura. Aquí todo es sol, todo es luz, felicidad y alegría, todo son caricias, todo ello formado y producido por medio de la culminación de la más alta capacidad de los seres en ciencia cósmica, creación artística y amor al prójimo culminante. Esta manera de ser divina, la más alta de la vida, hace, de manera inalterable, de todos los seres vivos objetos de amor que se dan mutuamente luz y calor. Y en este amor culminante todos se convierten en uno con los otros, de la misma manera que aquí también son uno con Dios. Todas las experiencias son aquí culminación de luz. Todo es bienaventuranza, todo es hermosura, todo es alegría.


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