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La simpatía del enamoramiento y la unipolaridad no pueden liberar a los hombres de los destinos desdichados  2624. También sabemos que la fuerza soportadora del citado acto de apareamiento es un estado de simpatía mantenido artificialmente, que conocemos como enamoramiento. También conocemos la gran bendición que esta simpatía es para los seres del reino animal y, así mismo, para los hombres inacabados, en cuya esfera el amor absoluto o verdadero todavía sólo es, en una inmensa escala, una utopía o un hermoso sueño futuro, y, por consiguiente, los seres viven en guerra los unos contra los otros. En esta esfera, no habría, claro está, ninguna posibilidad en absoluto de experimentar simpatía, si la simpatía del apareamiento o enamoramiento no fuera llevada automáticamente a su desencadenamiento en el ser en virtud de la unipolaridad. Que esta simpatía no es amor se revela por medio del estado mental del pensamiento que se llama envidia y celos. La simpatía del enamoramiento exige un enamoramiento absolutamente mutuo entre las partes. Si una de las partes muestra simpatía o enamoramiento hacia otro ser en vez de a la pareja, ésta es, por lo general, infeliz, se amarga y enoja, es más, este estado puede, incluso, llevar al asesinato y el suicidio. La simpatía del enamoramiento no es, de esta manera, desinteresada. La parte enamorada no tolera ningún otro objeto del enamoramiento del que ella misma es objeto por parte de otro ser. Es, por consiguiente, un medio a través del cual los seres, en determinadas condiciones especiales, pueden experimentar una cierta felicidad y alegría durante su paso a través de la parte del ciclo de la espiral donde, aparte de la simpatía de apareamiento y la simpatía a la descendencia, sólo existe entre los seres enemistad a muerte. Al mismo tiempo que les permite a los seres experimentar pequeños destellos del paraíso, que una vez abandonaron, y crea la protección de la descendencia, el enamoramiento constituye, como se ha dicho, una realidad por medio de la cual nacen los celos. Éstos son la raíz de absolutamente todo «el mal». Se convierten, así, en idénticos a la más profunda causa, directa o indirecta, de todos los destinos desdichados y el consiguiente cataclismo o infierno. Aquí vemos, por lo tanto, que sería imposible que los hombres llegaran a ser perfectos y fueran liberados de destinos desdichados en virtud de la unipolaridad.


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