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Una mirada retrospectiva al paso de los seres a través de la oscuridad o conciencia secundaria de la Divinidad  2608. Es esta identidad cambiante de los seres vivos con la conciencia secundaria y primaria de la Divinidad la que es fomentada por los dos grandes órganos generales cósmicos que ya conocemos como «polo masculino» y «polo femenino». Aquí vemos el papel tan colosal que estos dos órganos citados juegan en el estado de experimentación eterna de la vida de los seres, de hecho, este estado es totalmente imposible sin ellos. Como unipolar o con mentalidad animal, al ser le es imposible experimentar la culminación de la luz, de la misma manera que al ser bipolar le es imposible desplegar la culminación de la oscuridad. Aquí nos hemos dado una idea de conjunto, no sólo sobre por qué los seres vivos tienen que atravesar la culminación de la oscuridad y de la luz de los ciclos de la espiral, sino que también nos hemos dado una idea de la conciencia de la propia Divinidad. Hemos visto cómo todos los seres vivos son los instrumentos de la experimentación y manifestación de la Divinidad. No es extraño que los seres vivos formen una multitud o infinidad tan inmensa de seres diferentes mutuamente en mentalidad y estructura corporal o física. Si todos los seres vivos fueran iguales, cómo podrían, entonces, ser instrumentos para la multitud de procesos creadores y estados de experimentación distintos que, conjuntamente, representan y que, en su resultado final, son la conciencia, que todo lo irradia, de la propia Divinidad. Se nos ha dado una explicación de la propia oscuridad o el presunto «mal» en el mundo. Hemos visto que, en sentido absoluto, no constituye ningún «mal» verdadero, sino, al contrario, el resultado inevitable de la imperfección, ignorancia y falta de sentimiento de amor que, de manera absoluta, deben representar los seres cuya creación aún no está acabada en la espiral, en la que en este momento se encuentran en evolución y a la que temporalmente pertenecen. Hemos visto que el largo proceso evolutivo, que los seres tienen que atravesar, es un proceso de renovación de su facultad para experimentar la vida, que necesariamente tiene que tener lugar. Sin este proceso de renovación, la degeneración de la facultad para experimentar la vida de los seres vivos en el mundo divino y en su consiguiente paso al reino de la bienaventuranza del ciclo de la espiral tendría que convertirse en un resultado final absoluto para su experimentación de la vida y sus manifestaciones en los mundos exteriores.


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