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La facultad de experimentar la vida depende de la creación de contraste y del principio del ciclo  2605. Esta vida eterna mencionada depende, por consiguiente, de movimiento. Sin creación no existiría. Pero al depender de creación, depende también de una facultad creadora. Esta facultad creadora es lo mismo que la facultad de experimentar la vida. Pero esta facultad depende, a su vez, de la creación de contrastes. Sin ser una creación y experimentación de contrastes, la experimentación de la vida no puede de ninguna manera tener lugar. Por esto, la facultad de experimentar la vida de los seres, que también es la facultad de experimentar la vida de la Divinidad, sólo se mantiene en virtud de una renovación y, con ello, de un mantenimiento de ésta. Por análisis anteriores ya sabemos que este proceso de renovación tiene lugar por medio del paso de los seres por el ciclo cósmico de la espiral. Sabemos que los seres vivos experimentan a lo largo de este paso la culminación de la oscuridad y adquieren, así, la facultad de manifestar y experimentar la luz. Las espirales del ciclo cósmico tienen, por lo tanto, una zona de oscuridad culminante y una zona de luz culminante. La zona de luz culminante constituye los mundos espirituales o cósmicos más altos antes mencionados, cuyos habitantes primarios o principales son los hombres acabados o perfectos a imagen y semejanza de Dios. Estos seres vivos más elevados de las espirales constituyen, como ya se ha dicho, los instrumentos de experimentación de la vida y creación de Dios. Su experimentación y manifestación conjunta constituye, por lo tanto, la conciencia primaria de la Divinidad. Sólo por medio de estos seres, la Divinidad puede revelar o manifestar su sabiduría absoluta, amor universal y omnipotencia.


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