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| Cuando la constelación de los polos hace que el ser ya no pueda enamorarse ni tener talento para el matrimonio | 2602. Cuando el ser, debido a la constelación de sus polos, ya no tiene ningún talento para el matrimonio o apareamiento y, así, está totalmente liberado de esto, ¿a dónde pertenece, entonces? Con este estado tan alto ya no forma parte del reino animal. Ahora se acerca al gran objetivo de ser el cumplimiento de la creación del hombre verdadero por Dios. Ahora su aura o atmósfera puede comenzar seriamente a irradiar verdadero «humanitarismo», o sea, un aura que no está, de ninguna manera, empañada por ningún egoísmo animal rudo o pensar en sí mismo. Al contrario, ahora tiene, en una forma más o menos pura, la simpatía divina, que, en lo sucesivo, se convertirá en la base de su manera de ser, o sea, en la simpatía con la que Cristo amaba a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Lo desarrollada que esta facultad se encuentra aquí en el ser depende de la cantidad de sufrimientos que ha experimentado, dado que esto condiciona, claro está, su manera de ser humana. Si el ser ha sido objeto de tantos sufrimientos que la facultad de amar, a la que han dado lugar, está tan desarrollada que ya no tiene corazón para hacer daño a otros seres vivos, por medio de esta facultad divina y la consiguiente manera de ser está protegido contra todo destino malo, porque su facultad de amor al prójimo se ha convertido, así, en perfecta y constituye su facultad moral total. Es muy importante que esta facultad moral esté totalmente desarrollada junto con el comienzo de la bipolaridad total del ser, y que su estructura sexual se haya transformado de la unipolaridad a la bipolaridad, porque entonces protegerá al ser para que no caiga en desviaciones sexuales. Las muchas desviaciones y perversidades sexuales que tienen lugar se deben, claro está, precisa y exclusivamente a que la moral del ser no puede equipararse con su bipolaridad. En este caso, la evolución de la bipolaridad ha sido, así, forzada. |
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