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El instinto y la verdadera realidad tras los conceptos o dogmas religiosos  2591. Conforme a lo dicho anteriormente, podemos ver, así, que la misión de la ciencia materialista no es dar informaciones sobre este campo cósmico o psíquico. Aquí se necesita, precisamente, una forma totalmente distinta de ciencia cuyo nacimiento no tiene en absoluto lugar pesando y midiendo materias físicas. Esta ciencia se basa, al contrario, en un método de percepción totalmente distinto. Como este método de percepción es totalmente imposible sin la facultad del amor, no es extraño que los objetos de esta ciencia nueva, o sea, la ciencia cósmica o del mundo espiritual sea un misterio para los seres en el mismo grado que carecen de amor. Que este misterio, del cual han surgido todos los conceptos espirituales y todos los dogmas, contiene, no obstante, una realidad absolutamente inalterable y no es un espejismo puramente vacío, una ilusión, una fantasía enfermiza o fuera de control, se convierte entre otras muchas cosas en un hecho para el investigador evolucionado en virtud de que los seres, incluso antes de tener verdaderamente facultad para la investigación, ya tienen una orientación innata hacia un mundo más elevado que el físico o el que se experimenta con los sentidos físicos. Todos tienen una zona innata de conciencia que se muestra en todo lo que forma parte del concepto «religiosidad». Esta religiosidad ya se muestra en la zona inferior de los hombres primitivos como una fe, soportada por el instinto, en fuerzas superiores, dioses y diablos, que tienen poder sobre las fuerzas de la naturaleza y el destino de los hombres y con los cuales, por consiguiente, era importante para los hombres tener un buen contacto, para, en una determinada situación difícil, poder ser ayudados por estos seres. Este principio religioso es, como se ha indicado anteriormente, un atributo innato de tipo instintivo que nunca habría llegado a existir si no hubiera, precisamente, una realidad tras todo el misterio religioso, hacia el cual este instinto tenía la tarea de dirigir la conciencia de los hombres y crear una conexión con él.


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