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Lo que sucede cuando uno vive bien a costa de su prójimo, y lo que sucede cuando uno es una alegría y bendición para su prójimo  2585. Vamos a ver de nuevo la constelación de los polos del ser. Ya sabemos que la facultad humana o facultad de amor al prójimo sólo se desarrolla o nace por medio de los sufrimientos. Y los sufrimientos son, precisamente, fomentados por la ignorancia de los hombres con respecto a la obligación que cada hombre tiene hacia cualquier otro ser vivo. El deber es que hay que amar al prójimo como a sí mismo. Este es, así pues, el gran objetivo de la evolución. Es cierto que los hombres tienen una inteligencia inmensamente grande y un conocimiento sobre la materia o sustancia y la fuerza y, en virtud de este conocimiento, ya pueden originar una multitud de bienes materiales. Este conocimiento sobre la sustancia y la fuerza les da, así, a los hombres posibilidades colosales. Pero, ¿de cuál de estas posibilidades desean servirse los hombres? Si desean usarlas para explotar a su prójimo y vivir bien a su costa, pueden sin duda, eventualmente, conseguirlo en virtud de su conocimiento y posición con respecto a la materia, pero una explotación así de su prójimo sólo puede representar un ciclo. El efecto de cualquier explotación así de su prójimo regresa, precisamente, a su origen y se convierte en una parte de su destino. Si este origen se sirve, al contrario, de las posibilidades que tiene para ser una alegría y una bendición para su prójimo, entonces esta forma de manifestación también se convierte en un ciclo y regresa a su origen. Y éste experimenta la misma bendición que él mismo envió. Los hombres no pueden experimentar esto vida tras vida sin que, poco a poco, se convierta en conocimiento. Y para un cierto grupo de hombres, esta simpatía o facultad humana ha alcanzado un estadio de tal capacidad que, en ciertas situaciones, sobrepasa el mantenimiento artificial de la simpatía de enamoramiento.


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