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| Lo que una vez tras otra lleva al hombre a iniciar un nuevo matrimonio | 2549. Es natural que esta clase de matrimonios desdichados destruyan, en los seres en cuestión, todo respeto por la tradición matrimonial como el objeto más elevado, deseable y fomentador de vida. Cuando una persona en una sola vida física ha hecho la experiencia de casarse y divorciarse varias veces, porque ninguno de estos matrimonios ha sido satisfactorio, de hecho, ha sido quizá directamente, en mayor o menor grado, un cataclismo con pleitos y riñas sobre la tutela de los eventuales hijos del matrimonio en cuestión y, por añadidura, persecución mutua, campañas de difamación y cosas semejantes, una persona así no puede evitar que la actitud normal hacia el matrimonio y su aprecio de éste se destruyan. Esto no significa que su deseo o hambre sexual se destruya de modo correspondiente. Y es esta hambre sexual continua la que, en principio, lleva una vez tras otra al ser a iniciar un matrimonio con la esperanza de encontrar en él al cónyuge preciso. Pero, por lo general, esto no tiene éxito. El destino de este ser ha sido no poder ser perfectamente feliz en ningún matrimonio, independientemente de con quien se case. La constelación de sus polos ha ido cambiando gradualmente tanto que comienza a socavar el talento matrimonial del ser. La facultad de enamorarse va teniendo una naturaleza cada vez más fugaz, a medida que el talento humano del ser se desarrolla. |
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Síntesis