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La constelación de los polos y el amor absoluto y la transformación del «hombre» y «la mujer» en un ser nuevo  2546. Como ya hemos dicho, el equilibrio de esta constelación de los polos hace que los efectos del polo contrario, es decir, las cualidades humanas hayan avanzado tanto en su evolución que debilitan lo animal, lo brutal y egoísta de los efectos del polo ordinario, de modo que los efectos de ambos polos pasan a formar parte de una armonía mutua y crean una fuerza de manifestación conjunta que sólo puede generar amor. No hay que confundir este amor con «el enamoramiento», cuya simpatía o sentimiento no intelectual sólo es acentuadamente de sexo masculino y de sexo femenino. El amor es en alto grado humanitarismo y empatía intelectualizados hacia todo lo vivo, sin ser acentuadamente de sexo masculino ni de sexo femenino. El verdadero amor es, así, un profundo sentimiento desinteresado de simpatía, una facultad de ser incapaz hacer daño a nadie, un sentimiento que se dirige tanto a seres del propio sexo como a seres de sexo contrario. Diverge al cien por cien del amor de matrimonio o apareamiento que es fomentado por la sobreproducción hormonal del ser, que hace que se enamore, y, con ello, lo ata a la esfera humana terrena física de la fecundación o reproducción. Con la transformación de los polos, «el hombre» y «la mujer» son transformados en un ser nuevo. Es este ser nuevo incipiente el que constituye el hombre terreno inacabado.


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