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Amor, destino y «el mal menor»  2544. Pero, amor no es una simpatía ilógica. No es decir que sí a deseos eventualmente disparatados o ilógicos del prójimo. Es, al contrario, decir un no absoluto a todo lo que no puede ser una alegría y una bendición para seres vivos o, en el peor de los casos, decir que no a manifestaciones o decisiones que, de ninguna manera, pueden considerarse como constituyendo «el mal menor» en una situación determinada donde el amor total no puede desplegarse y donde, por consiguiente, se haga lo que se haga es un mal. El hombre totalmente perfecto o acabado no puede siempre desplegar el amor total, que por naturaleza siente necesidad de desplegar, si se encuentra en un mundo cuya humanidad está predestinada a un grado tan destacado de destino oscuro como es el caso aquí en la Tierra. Puede encontrarse entre hombres que son sus amigos cercanos en su vida cotidiana. De pronto,* puede ser acometido por una onda de regreso de karma o de destino y, debido a ello, necesitar ayuda. Pero esta onda de destino puede ser de una naturaleza tal que es indiferente lo que uno haga para ayudar al ser en cuestión, la ayuda no es posible sin crear con ella alguna forma de mal. En una situación así, hay que buscar, al igual que el hombre perfecto, de encontrar qué ayuda será el mal menor, porque esta ayuda será la más amorosa. Pero no seguirá siendo así. Poco a poco el hombre se libera tanto del destino oscuro que puede ser ayudado en virtud del amor total, sin que esta ayuda se convierta en un mal mayor ni menor. Entonces no existirá ningún mal que pueda reducir la ayuda del amor. Entonces será posible, en cada circunstancia, ofrecer plenamente amor en una forma pura.
 
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* Léase: uno de estos hombres.


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