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Por qué ningún ser en absoluto puede ser verdaderamente culpable, y el concepto moral que se desprende de ello  2531. Y como los seres se encuentran, así, en estadios de esta evolución, qué puede ser más evidente e inalterable que el hecho de que sólo pueden revelarse en la estructura, el organismo y la manera de ser que es el más alto resultado de las vivencias y experiencias que han tenido hasta el momento. No pueden, naturalmente, actuar según las experiencias, y el consiguiente conocimiento, que no han vivido. Y como ya hemos mencionado, por esto no pueden ser «culpables». Vengar y castigar es, de esta manera, una expresión de la culminación de una manera de ser errónea. Ante las manifestaciones animales o peligrosas del ser inacabado, uno tiene, naturalmente, que protegerse, del mismo modo que se protege contra los animales salvajes o peligrosos, pero esta protección no tiene que ser en absoluto un resultado de ira o deseos de venganza, sino, al contrario, un resultado de la más alta comprensión de la verdadera situación en que este ser se encuentra, y que hace que no pueda en absoluto ser distinto. La manera de ser del prójimo sólo puede, naturalmente, mostrarse con las manifestaciones, más o menos agradables o desagradables, que son dictadas a la voluntad por las disposiciones animales que el ser aún no ha dominado. Las fuerzas que han tomado la dirección del ser, y son absolutamente las más fuertes, tienen, naturalmente, que dictar la voluntad del ser. ¿Qué fuerzas tendrían, si no, que ser las dominantes en el ser? ¿Puede una mosca detener un huracán? Todas las cárceles están hoy llenas de seres que tienen que «ser castigados», es más, en el peor de los casos son ejecutados, porque fueron impulsados por fuerzas que no estaban en condiciones de resistir. Así chocaron de manera desagradable con otros seres que no habían aprendido a protegerse contra tales situaciones. Pero, el castigo no corresponde a los seres que fueron arrastrados por el huracán, sino, al contrario, a los seres que desean castigo y muerte sobre otros, si, en resumidas cuentas, se tuviera que hablar de un verdadero principio de castigo en la estructura cósmica del universo. El verdadero deber moral para con otros seres no es vengar y castigar, sino, al contrario, protegerse de la manera más humana posible contra las manifestaciones animales que, eventualmente, se muestran o expresan a través del prójimo. Es natural que los seres tengan que actuar tal como actúan. Lo único que puede cambiar la naturaleza animal de los seres es el ritmo eterno de la constelación de los polos. Es éste el que forma toda la mentalidad o psique del ser, de modo que culmine alternativamente en los contrastes de la oscuridad y de la luz.


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