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El lugar del ser en el ciclo de la espiral lo determina la constelación de sus polos  2528. En el animal estas facultades están todavía en pañales. Que se encuentren, precisamente, en este estado se debe, como ya hemos mencionado anteriormente, a la más alta estructura orgánica del ser, a saber, el fuego supremo o constelación de los polos del ser y su consiguiente lugar en el ciclo de la espiral cósmica. El lugar del ser en este ciclo, que consta de: el reino de la bienaventuranza (reino mineral), el reino vegetal, el reino animal, el reino humano, el reino de la sabiduría y el mundo divino, está determinado por la relación que tienen el polo masculino y el polo femenino entre sí. En el reino humano perfecto, el reino de la sabiduría, el mundo divino y el reino de la bienaventuranza, la relación de los polos de lo seres está en equilibrio, es decir, son iguales. En estos reinos los seres son, así pues, bipolares. Debido a ello, poseen la estructura orgánica que hace que puedan amar a su prójimo como se aman a sí mismos. Como consecuencia de este amor, sólo existen en la alegría de ser para felicidad y bendición de todo lo vivo, y en virtud de lo cual son, por consiguiente, uno con Dios. El estado de vibración de sus sentidos es tan alto que pueden vibrar en contacto con el más alto estado de conciencia. Por esto, tienen libre acceso al más alto conocimiento del universo o cosmos. Tienen «conciencia cósmica». Perciben al cien por cien en los reinos de existencia espirituales y crean las correspondientes manifestaciones perfectas al cien por cien.


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