Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(2396-2664,E) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

Lo que lleva al ser a hacer «el bien» y cómo se convierte en «el hombre a imagen de Dios»  2520. El humanitarismo, en su estado como verdadero amor, es exclusivamente la fuerza vital que se despliega por medio de la facultad de no ser capaz de hacer el mal. Pero lo único que fomenta esta facultad son las experiencias, en el propio organismo y la propia psique, de los efectos de los sufrimientos de los que nuestra manera mala de ser hacia otros seres ha sido la causa primera, no sólo en la vida actual, sino también en nuestras vidas pasadas. Pero, lo único que puede llevar a los hombres a crear experiencias de sufrimiento contra ellos mismos es exclusivamente la ignorancia. Y lo único que elimina la ignorancia es hacer experiencias. Para conocer verdaderamente la diferencia entre el mal y el bien, lo animal y lo humano, en una cierta época de vida, el hombre tiene que vivir en la oscuridad de la ignorancia y allí crear o sembrar y cosechar el mal, hasta que la alimentación mental de esta cosecha haya hecho avanzar tanto la conciencia del amor, que los seres sientan antipatía o repugnancia manifestando o sembrando el mal. Sólo cuando el deseo de manifestación del ser ha llegado a tener esta estructura y ha surgido la consiguiente inquebrantable añoranza de mejorar con respecto a las manifestaciones del bien, sucede que se interesa por la orientación humana, las prescripciones, la investigación y el estudio humanos y, con ello, la adquisición del conocimiento, la ciencia o sabiduría que puede purificar su conciencia de los últimos restos de su naturaleza animal, y darle a su psique el último retoque o pulimento que la hace brillar con el brillo y la longitud de onda divina, que son el tono básico del universo. Y con este contacto con la Divinidad accede al fundamental «gran nacimiento» en la luz y la vida de Dios, que origina su conciencia cósmica que lo hace idéntico al camino, la verdad, la vida, la eternidad y el infinito. Su existencia terrena ha desaparecido. En adelante, la imagen de Dios esparce con su resplandor la luz celestial en el mundo. Dios se ha mostrado en la esfera de la oscuridad. El planeta comienza a resplandecer y dar calor en la profusión luminosa del espíritu de Dios. La voluntad de Dios se ha cumplido plenamente. Todo es muy bueno.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.